DECESO EN LA FAMILIA REAL BELGA

La reina Fabiola fallece a los 86 años

La viuda del rey Balduino le acompañó en el trono durante 33 años

La reina Fabiola, en una de sus últimas apariciones públicas, en febrero del 2013.

La reina Fabiola, en una de sus últimas apariciones públicas, en febrero del 2013.

MONTSE MARTÍNEZ / BRUSELAS

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Nadie en Bélgica había oído ni una sola palabra de aquella aristócrata española presentada por sorpresa como la pareja del futuro rey Balduino y llamada a ser reina consorte. Corría el año 1960 y Fabiola de Mora y Aragón tenía 32 años. No tardó en ganarse al pueblo belga, consternado tras conocer la noticia de su muerte a los 86 años en el castillo Stuyvenberg, en Bruselas, tras varios años de salud precaria.

Fabiola (Madrid, 1928) fue reina consorte de los belgas durante 33 años, entre 1960 y 1993, cuando su esposo murió de un infarto en la localidad granadina de Motril, donde tenían una casa. Al no tener descendencia, heredó el trono belga el hermano de Balduino, Alberto II, que abdicó en favor de su hijo Felipe, actual monarca, el año pasado.

Fabiola, cuya salud se había deteriorado en los últimos meses hasta el punto de necesitar respiración asistida, había hecho de la discreción una regla desde la muerte de su esposo. Sin embargo, no pudo evitar convertirse en centro de atención el año pasado cuando se hizo público que su fundación privada evitaría que sus sobrinos tuvieran que pagar al fisco el elevado gravamen, de alrededor del 70%, vigente en Bélgica cuando los herederos no son familiares directos. Desde que falleció Balduino, hace 21 años, Fabiola ha recibido una dotación de la Casa Real de 27 millones de euros.

Conocida en su país de adopción por su filantropía y por su entrega a los más desfavorecidos, la española se ganó el respeto del pueblo belga que vivió de cerca una de sus grandes frustraciones: la imposibilidad de garantizar la continuidad en el trono al no lograr tener descendencia. Después de sufrir cinco abortos naturales, el propio rey Balduino reconoció en un discurso la tristeza que embargaba a la pareja por esta imposibilidad. «Tenemos el corazón libre para amar a más niños, a todos», dijo el rey tras asegurar que muchas veces se habían preguntado por el sentido de este sufrimiento que les había tocado vivir.

Todo ese amor lo canalizó la reina belga en las labores sociales. Mujer muy católica, el compromiso con los más desfavorecidos ya era una de sus características antes de convertirse en reina. Ejerció de enfermera en un hospital militar durante sus años de soltera.

Todavía permanece en la memoria de muchos belgas cómo despidió a su esposo vestida de blanco.