El doctor de Jackson, contra las cuerdas

Se calcula que el juicio que abrió ayer en el Tribunal Superior de Justicia de Los Ángeles para determinar si el doctor Conrad Murray fue culpable de homicidio involuntario en la muerte de Michael Jackson durará semanas. Se puede esperar que el proceso sea, como todo lo que ha tocado al autor de Thriller, un intenso y hasta patético circo mediático. Lo que se puede asegurar ya tras la primera sesión es que la defensa del médico de Las Vegas va a tener complicado convencer de su inocencia a los 12 miembros del jurado (varios de los cuales se han declarado fans de Jackson), especialmente enfrentándose a una fiscalía especialmente preparada y dispuesta a todo.

Justo después de que el juez Michael Pastor abriera la vista, a la que acudieron los padres y los hermanos de Jackson, el fiscal David Walgren arrancó la presentación de su caso oscureciendo la sala para facilitar una proyección. Entonces apareció una foto de Jackson muerto. Segundos después, junto a esa imagen del 25 de junio del 2009 se proyectó una tomada el día anterior en un ensayo del tour This is it. «Por las pruebas descubrirán que lo que pasó en esas doce horas es que los repetidamente incompetentes actos y omisiones de su médico personal, su negligencia, directamente llevaron a su muerte prematura a los 50 años», dijo.

No fue el único efectista golpe asestado a Murray. La fiscalía hizo escuchar en la sala dos veces una grabación realizada por el doctor en su teléfono el 10 de mayo donde se oye a Jackson obviamente drogado. Con contundentes gráficos demostraron las cantidades brutales que compró de del anestésico propofol, causa principal de la muerte. Le acusaron de avaricioso y «cutre» por ahorrar en la compra de aparatos médicos que le habrían ayudado a controlar al artista. Y con registros telefónicos y de su correo dijeron poder demostrar que tardó hasta 45 minutos en llamar a emergencias.

La defensa, tras el demoledor retrato, apuntó a la línea que seguirá. «Jackson cometió un acto que causó su propia muerte». Tendrán que hacer más para inclinar de su lado la balanza de la opinión pública o, al menos, la de 12 jurados.