El actor pasmado

El intérprete y director de cine ha confesado esta semana ser un alcohólico. «Es algo con lo que he tenido  que tratar en el pasado y con lo que tendré que seguir enfrentándome», ha escrito en su cuenta de Facebook. El ganador de dos Oscar (ninguno por su actuación) ha demostrado ser más talentoso detrás que delante del objetivo.

El actor pasmado_MEDIA_1

El actor pasmado_MEDIA_1

RAMÓN DE ESPAÑA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

A diferencia de la difunta Amy Winehouse -a la que, como todos sabemos, le decían que tenía que ir a rehabilitación, pero ella respondía que 'no, no, no'-, Ben Affleck (Berkeley, California, 1972) acaba de anunciar que se va a retirar una temporadita a una residencia para solucionar sus problemas con el alcohol, cosa que ya hizo en 2001 y que, al parecer, funcionó lo que funcionó. Hollywood está lleno de historias de adicciones, y la del señor Affleck es una más, lo cual demuestra que la pasión por la priva no es una exclusividad de las personas carismáticas y cargadas de talento enfrentadas a sus demonios interiores, pues cuesta imaginar un actor más banal y menos interesante que el protagonista de este perfil.

Ben Affleck es un tipo muy alto -metro noventa y dos- y dotado de una mandíbula ideal para destacar cuando llevas puesta la máscara de Batman (de ahí, tal vez, su amor al personaje, al que interpretó en 'Batman vs. Superman, el amanecer de la justicia' y en 'Escuadrón suicida', y cuyo disfraz volverá a ponerse para rodar 'The Batman', que también iba a dirigir, aunque a última hora prefirió no hacerlo). Ya en 2003 interpretó a Daredevil, súper héroe ciego que, según propia confesión, era su personaje favorito de niño: la película, escrita y dirigida por Mark Steven Johnson, autor especialista en birrias, no había por dónde cogerla; entre otras cosas, porque el tono voluntariamente siniestro de la propuesta se manifestaba especialmente en una fotografía oscura a más no poder que te llevaba a intuir la trama más que a verla.

NI APLAUSOS, NI TOMATES

Si me preguntan por las películas que ha protagonizado Ben Affleck, suelo quedarme en blanco, pues no hay ninguna que me haya dejado el menor recuerdo. A medida que me van pasando títulos, me vuelve a la cabeza la experiencia, y casi nunca es gozosa, ni por la obra en sí ni por la participación del señor Affleck, que nunca mueve al aplauso ni al lanzamiento de tomates: él se limita a deambular ante la cámara, haciendo lo que se le dice, recitando sus líneas como si se las dictaran por un pinganillo y luciendo su mítica mandíbula. Es lo que hacía, si no recuerdo mal, en 'Armageddon' y 'Pearl Harbour', dos obras maestras de Michael Bay, un hombre que últimamente prefiere trabajar con juguetes enormes y destructivos (la temible saga 'Transformers', que debería garantizarle la eternidad en el infierno de los cineastas). Curiosamente, ese hombre que más que un actor o una presencia es un pasmarote, ganó el Oscar al mejor guion por 'El indomable Will Hunting', escrito a medias con su amigo del alma Matt Damon -se conocieron de niños, cuando Ben tenía ocho años y Matt diez-, otro pasmarote de mucho cuidado al que Dios bendijo cuando le cayó el papel de Jason Bourne: ¿quién mejor que un sujeto totalmente inexpresivo para interpretar a un amnésico? Su compinche Ben sigue esperando un papel a su medida, pero no todo el mundo puede tener tanta suerte, ¿verdad?

{"zeta-legacy-destacado":{"strong":"Se limita\u00a0","text":"ante la c\u00e1mara, recitando como si\u00a0llevara un pinganillo"}}

Afortunadamente para nuestro hombre, es mejor director que actor, y comparte con quien esto firma el amor por las novelas de Dennis Lehane. Dos de sus películas, 'Desaparecida' (2007) y 'Vivir de noche' (2016), son adaptaciones de textos de Lehane, y el espíritu del novelista de Boston está también presente en 'The town' (2010). De todos modos, la que le ganó más parabienes fue 'Argo' (2012), basada en una de esas historias reales que resultan inverosímiles y, por consiguiente, fascinantes. Hasta 'Vivir de noche', un espectacular fracaso de crítica y de taquilla, el gran desastre comercial del Affleck actor había sido 'Gigli' (2003), una comedia de mafiosos con su novia de entonces, Jennifer López, a la que nadie le vio la gracia. Reconozco que me dio pereza ir a ver 'Vivir de noche' porque me había tocado traducir la novela para RBA y últimamente siento cierta reticencia a que me cuenten lo mismo dos veces, pero tampoco me dieron mucho tiempo para hacerlo: su paso por la cartelera barcelonesa fue del modelo visto y no visto. Lo cual, me temo, le planteará problemas a nuestro hombre para sus próximos proyectos como director, oficio en el que suele demostrar bastante más cuajo que en el de actor.

Alto, guapo y soso, padre de tres hijos (fabricados a medias con la actriz Jennifer Garner, de la que se divorció en 2015, aunque ahora quieren volver a intentarlo, según 'People'), actor, escritor, director y beodo en busca de redención, Ben Affleck es un enigma y una contradicción: el director y el dipsómano muestran una humanidad de la que carece el actor. Misterios de Hollywood.