Por dos hospitales

Gerard Planes, de 25 años y estudiante de Físicas, lleva casi tres años sin poder hacer cualquier deporte que implique ejercitar el tobillo derecho. O incluso, poder andar una distancia media sin que al día siguiente no le inhabilite el dolor.  «Si corro diez minutos, al día siguiente no puedo poner el pie en el suelo. Solo puedo hacer un poco de natación», asegura.

La causa de sus males es una osteocondritis en la cúpula del astrágalo, uno de los pequeños huesos que componen el tobillo. Un sonoro nombre para uno de esos males que no matan pero fastidian la vida. Y la única solución que le da la medicina pública es operar.

El origen fue un accidente de escalada en el Garraf, durante la Semana Santa del 2009. «Se me comprimió el tobillo hacia el pie. Me hice un esguince y me enyesaron pero, aunque se me curó, me seguía doliendo. Al final vieron que tenía un problema de tobillo y decidieron operarme», recuerda.

Eso fue en el 2010, en el hospital de Granollers, el centro hospitalario que le correspondía. Esperó, pero al cabo de seis meses, como no le habían llamado, optó por seguir el consejo de un conocido y reclamar un cambio de hospital, tal como le reconoce la normativa sanitaria.

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«Me enviaron al Sagrat Cor de Barcelona con las pruebas hechas, pero la resonancia magnética ya la han tenido que repetir. Tengo el preoperatorio hecho desde octubre del 2012, y, claro, ya no vale», afirma.

Insistir para que le operen se ha convertido en su nuevo deporte. «He ido varias veces pero siempre me dan largas. Ahora dicen que les faltan quirófanos. Yo sigo yendo cada dos o tres meses a ver si hay suerte».  Mientras se lo toma con humor: «Estoy por irme a cazar elefantes, como el Rey».