«Nunca olvido que soy un alcohólico rehabilitado»

Josep Esteban, presidente de los alcohólicos rehabilitados de Catalunya, habla de los desafíos de esta enfermedad crónica

«Nunca olvido que soy  un alcohólico rehabilitado»_MEDIA_1

«Nunca olvido que soy un alcohólico rehabilitado»_MEDIA_1 / JOAN PUIG

3
Se lee en minutos
Mauricio Bernal
Mauricio Bernal

Periodista

ver +

No mediaron las tragedias convencionales: no hubo un divorcio ni la muerte de un ser querido, ni un tránsito sostenido por los abismos de la soledad. Josep Esteban empezó a beber y luego empezó a beber más y luego siguió bebiendo, trepando escalones, hasta que un día se vio «desbordado», «completamente desbordado», dice. «Salía de casa a las seis de la mañana y al llegar a la empresa, a base de cerveza y coñac, ya tenía mi ración de alcohol». Es pasado: la conciencia del problema y la posterior rehabilitación lo sacaron de ese mundo, y ya no bebe, pero más de 30 años después se sigue considerando enfermo. Actualmente preside la Federació Catalana d' Alcohòlics Rehabilitats.

-El alcohólico anónimo es una categoría conocida. El alcohólico rehabilitado, como categoría, me refiero, creo que menos.

-Los alcohólicos rehabilitados saben que padecen una enfermedad crónica y saben que deben tenerlo presente. Si lo olvidamos, malo. Las asociaciones de alcohólicos rehabilitados en parte sirven para mantenervivo ese sentimiento. Muchos terminan la rehabilitación y se olvidan, y es un peligro, porque la enfermedad está latente dentro de ti.

-Conjurar el peligro en grupo, ¿no?

-Y hay otro asunto: que la sociedad no te reconoce siempre como enfermo, mientras que en una asociación todos somos conscientes de ello, y por lo tanto estamos más cómodos. Sin que por eso la intención sea formar un gueto, claro. Al contrario.

-Cuando me habla de no olvidar, yo pienso que habrá justamente quien quiera olvidar. Pasar página. No volver a pensar en ello.

-No se trata de no seguir adelante. Míreme a mí. Yo desde entonces llevo una vida normal, estoy casado, tengo tres hijos, trabajé hasta la jubilación. Pero sí se trata de tener presente una realidad.

-Familia y trabajo. ¿No los puso en peligro, su alcoholismo?

-En el trabajo fueron muy comprensivos. En aquella época tenía el puesto de jefe de compras en una empresa, y de un día para otro pasé a ser el chico de los recados. Pero conservé el trabajo. Y en casa fue igual.

-No perdió a su familia.

-Fue gracias a mi mujer que entré en rehabilitación. Más de una vez me dio un ultimátum. Hasta que un día me vi mal, muy mal, y decidimos que había que hacerlo.

-No debe ser agradable vivir con esa consciencia. «Soy alcohólico, soy un enfermo».

-Pero eso sería si pensara todo el tiempo en ello, que no es el caso. Como ya le dije, hago una vida normal. Simplemente, nunca olvido que soy un alcohólico rehabilitado. Yo estoy bien porque no consumo, pero un alcohólico nunca está curado del todo.

-¿Cómo es que acabó presidiendo la federación?

-Bueno, ya sabe, empecé a colaborar. La terapia la hice en el Clínic, y luego regresé, aunque ya no como enfermo. Habían puesto en marcha un grupo de enfermos difíciles y me pidieron que fuera a colaborar.

-¿Enfermos difíciles?

-Alcohólicos a los que les costaba más, que tenían más problemas para asumirlo.

-¿Y se lo pidieron a usted por haber sido un alumno ejemplar?

-Je, je, en cierto modo. Cuando me lo propusieron enseguida dije que sí porque era la oportunidad de devolver lo que habían hecho por mí. Que mi experiencia de alcohólico rehabilitado le sirviera a más gente me parecía una cosa buena. De hecho, empecé siendo presidente de la asociación de alcohólicos rehabilitados del Clínic.

Noticias relacionadas

-¿Por qué no me da los datos de la federación? Por si alguien quiere contactar.

-Tristemente, la federación no tiene sede en estos momentos. La sede es esta, mi casa. Somos la única federación a nivel estatal que no tiene una sede.