Gente corriente

«¿Un gen rebelde? No dejamos que nos pisen»

Enric y Antonio Esteve, primos hermanos de Antonio Gades, figura mítica del baile flamenco

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esala36745085 02 01 17 castelloli antonio i enric esteve primos hermanos170122161123 / MARC VILA

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Olga Merino
Olga Merino

Periodista y escritora

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Esta historia comenzó cuando un vecino de Castellolí (Anoia), el investigador Pere Guixà Mabras, realizó un estudio biográfico sobre el bailaor Antonio Gades —su verdadero nombre era Antonio Esteve Ródenas (Elda, 1936)— y entregó el borrador a su amigo Enric Esteve Bertomeu para que le echara un vistazo. Estalló entonces una sorpresa, un relato titulado Tibant del fil. 

–Enric (80 años): Cuando acabé de leer el manuscrito, le dije a Pere: «¿Quieres que te enseñe una foto del abuelo de Antonio Gades? Resulta que también era mi abuelo». Se quedó de piedra, claro.

–O sea, que su amigo no lo sabía.

–E.: Nada de nada. No le había contado que éramos primos hermanos del bailarín porque nunca había venido a cuento. En la foto que le mostré, el abuelo común, que se llamaba Juan Francisco Esteve Palazón, viste el uniforme de sargento de la Guardia Civil.

–Antonio (con abrigo, 85 años): El abuelo Esteve tuvo seis descendientes. Nosotros dos somos hijos del segundo vástago, Mariano, y Antonio Gades, del cuarto, Vicente. 

–Ajá.

–E.: A partir del retrato, Pere, que es un gran hurgador, comenzó a tirar del hilo y decidió escribir a los archivos de la Benemérita, en Madrid, solicitando información. Al cabo de unas semanas, llegó un largo informe.

–¿Y qué descubrieron?

–A.: Pues que el abuelo Esteve entró en quintas en 1896 y lo enviaron a las islas Filipinas, al cuartel de Cavite, en la bahía de Manila, donde las fuerzas norteamericanas hundieron a la flota española.

–Caramba.

–E.: Lo repatriaron en 1899 con honores, como uno de los últimos de Filipinas. Luego, estuvo destinado en Igualada como guardia civil durante 17 años.

–¿Llegaron ustedes a conocerlo?

–A.: No, porque cuando se jubiló, en 1931, decidió volver a sus raíces, a Alicante. Nuestro padre se quedó aquí porque se había casado con una chica de Igualada; luego, desapareció durante la guerra. Nunca volvió.

–¿Mantuvieron contacto con el abuelo?

–E.: No mucho, la verdad. Piense que ahora lo tenemos muy fácil, pero antes, nada.

Solo las cartas, y el que sabía escribir.

–A.: El tío Vicente, el padre de Gades, vino a vernos en 1939, después de que entraran las tropas de Franco. Le habían pegado un tiro en un ojo y llevaba un parche. 

–E.: El mismo Gades decía: «Estoy orgulloso de mi padre, que prefirió ir a defender la República antes que verme nacer». 

–¿Y con el bailaor? ¿Tuvieron relación?

–A.: Tampoco. Bueno, mi hija Mònica fue a verlo en 1987 al Grand Théâtre de Genève,  donde actuaba con Bodas de sangre. La recibió muy amable en el camerino. Ya le había escrito antes anunciándole la visita.

–¿Fue a verlo expresamente?

–A.: No, qué va. Yo me había marchado a trabajar a Suiza en 1962.

–E.: Yo le diré por qué se marchó mi hermano. Aquí, en la empresa donde trabajaba, quisieron meterlo a cronometrador, a controlar la productividad de los obreros, y no tragó con ello. Le dio un calentón.

–¿Tienen, pues, un gen rebelde los Esteve? Antonio Gades trabó amistad con Fidel y sus cenizas reposan en Sierra Maestra.

–A.: ¿Un gen rebelde? En todo caso, no dejamos que nos pisen. Somos gente progresista, de izquierdas. Solo le diré que yo a Franco no podía verlo ni en pintura.

–¿Siguieron la carrera del primo Gades? 

–E.: No. El flamenco no es lo nuestro.

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–A.: Fue una figura en su mundo.

–E.: Pero no ha sido lo suficientemente reconocido en España porque tenía un defecto: era comunista y catalanista.