visiones de barcelona

Calidad y tranquilidad

Richard habla de Barcelona como una capital del mundo y, dice, espera jubilarse aquí. Francisco elogia la vida pausada de los mallorquines y los paisajes de la isla. 

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CATALINA GAYÀ

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ÁMSTERDAM-BCN Richard Brekelmans Es el director general del Hotel W Barcelona. Hace ocho años que vive en la ciudad.

Pienso en Ámsterdam y en Barcelona y encuentro más similitudes que diferencias. Barcelona puede competir fácilmente con cualquier capital del mundo. La ubicación en el mar le proporciona un estilo de vida que no se encuentra en muchas otras ciudades. He vivido en capitales como París o Londres, que sin duda son ciudades extraordinarias. Sin embargo, después de más o menos un año residiendo en ellas, el día a día se vuelve pesado. Son muy caras para vivir dignamente en un lugar céntrico y su contaminación y estrés terminan abrumándole a uno.

Barcelona es una ciudad con la que cada vez me siento más afín. Me siento mucho más seguro aquí que en cualquier otra capital de Europa, donde las calles son más conflictivas e inseguras. Es cierto que en Barcelona es recomendable tener un candado para la bicicleta y tener cuidado con la billetera o el portátil. Pero aún viviendo en pleno centro, raras veces se topa uno con peleas en bares o se es testigo del vandalismo.

¿Nada que mejorar? Claro. Se debe revisar la legislación en lo que a los pequeños hurtos se refiere, para así ayudar a eliminar esta reputación de impunidad que cada vez atrae a más carteristas. Esto ha afectado mucho a la imagen de Barcelona y, en consecuencia, al turismo.

Y, aunque vengo de una ciudad liberal, agradezco que se vayan a establecer unas directrices más claras sobre el nudismo. Que sea una práctica permitida como mucho en áreas de la playa y no en el centro. Me siento muy afortunado de vivir en esta ciudad y espero poder jubilarme aquí.

BCN-MALLORCA Francisco Vecilla Llegó a Mallorca hace nueve años. Se instaló en un pueblo de 2.000 vecinos.

Cada vez que alguien me pregunta si me siento enclaustrado viviendo en una isla, le respondo que es fantástico: la calidad de vida en Mallorca es increíble. La tranquilidad, los paisajes rurales, el mar, no hay estrés, ni aglomeraciones, ni atascos... Todo lo contrario a lo que era mi día a día en Barcelona.

Vine por amor a la isla, me enamoré de una mallorquina y, en Sant Joan, he construido un proyecto global. Tengo dos hijos, Guillem y Víctor, y trabajo como médico en el Hospital de Manacor. En Barcelona, vivía en el Eixample y trabajaba en el Hospital de la Creu Roja así que, en realidad, ya estaba bien. ¿Te he dicho que aquí he aprendido a tomarme la vida más pausada? Supongo que eso de la isla de la calma tiene algo de cierto. El principal problema que tiene Mallorca es el transporte público: el tren que conecta la isla tiene una única vía. También hay deficiencias en infraestructuras, sobre todo en el aspecto lúdico porque casi todo está centralizado en Palma. También es más caro: tenemos el mar, así que cuando queremos movernos tenemos que coger un avión o un barco.

Como médico, mi trabajo es el mismo aquí que en Barcelona. Me refiero a que el nivel que hay en los hospitales es idéntico. Tenemos el problema del traslado a los hospitales: se necesita más tiempo que en la ciudad. Me explico, el acceso al hospital es más difícil por un problema de distancia difícil de resolver.

Ya empieza el verano y ni te cuento lo que es hacer submarinismo aquí. El fondo marino es algo que tienes que ver.