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La casa de Tintín

Punto de encuentro 8El dueño de la tienda, Marc Ravarté (en el centro), y varios incondicionales de Tintín.

Punto de encuentro 8El dueño de la tienda, Marc Ravarté (en el centro), y varios incondicionales de Tintín.

LUIS BENAVIDES
BARCELONA

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Tal día como hoy, en un Sant Jordi de hace 50 años, en pleno franquismo, se ponía a la venta el primer volumen de Las aventuras de Tintín en catalán. Las traducciones  llegaban con el número 21, Les joies de la Castafiore, un monumental enredo en un castillo con la cantante de ópera Bianca Castafiore como protagonista.

Por aquel entonces, Marc Ravarté, con apenas 5 años, quedó prendado por el color y el ritmo de sus viñetas. «Todos queríamos ser como Tintín, sobre todo en Catalu-nya, quizá por la proximidad con el mundo francófono del que venía», afirma Ravarté, copropietario con su mujer de Can Tonet (València, 412), la única tienda de Barcelona especializada en el universo del aniñado periodista belga.

Su afición por el personaje de Hergé se convirtió en su profesión en febrero del 2012. Había visto como una tienda oficial de Tintín bajaba la persiana en un centro comercial de la capital catalana, pero eso no le desanimó. «Nuestra tienda es el resultado de más de 20 años de coleccionismo, y este bagaje me permite conocer muy bien el producto que vendo y al tintinero», asegura Ravarté.

Cerca del templo

La ubicación, a escasos 100 metros de la Sagrada Família, no es casual. «El 50% de nuestros clientes son turistas. El carácter internacional de Tintín es tan importante que merecía estar en un lugar de referencia», explica Ravarté, quien recuerda que la colección del joven aventurero es la décima obra literaria más traducida.

Su establecimiento, en el que se pueden encontrar auténticas reliquias y rarezas, como una litografía firmada por el mismísimo Hergé y un juego de ajedrez, también sirve como sede social para otros tintineros que, como Ravarté, son miembros  de la junta de la Associació Catalana de Tintinaires 1001.

La entidad, fundada en el 2004, organiza un concurso de dibujo interescolar que este año, en su segunda edición, ha contado con la participación de 7.000 niños de toda Catalunya. «Creemos que Tintín es una buena herramienta pedagógica porque hemos contabilizado que en sus viñetas hay unas 300 escenas en las que se ejemplifican valores como la amistad, la solidaridad o el pacifismo», explica Miquel Puig, miembro de la asociación.

Jordi Duch, otro habitual de Can Tonet, definido por sus compañeros como tintinólogo por su carácter erudito, subraya su potencial educativo. «Tintín podría servir para acercar la historia del siglo XX a los más jóvenes y fomentar el debate porque el trasfondo estaba  inspirado en hechos reales», afirma el experto.