Erasmus en la cuerda floja

El revuelo que ha provocado esta semana el ministro de Educación, José Ignacio Wert, con su intento fallido de retirar, de espaldas a las universidades y a los estudiantes, las becas Erasmus a los alumnos que el año pasado no disfrutaron de una ayuda ministerial por bajo nivel de renta, ha puesto de relieve que el existoso programa europeo de movilidad universitaria, una de las joyas de la corona de la Unión Europea (UE), adolece de un grave problema de financiación.

La mayoría de los jóvenes que salen al extranjero a estudiar no lo podrían hacer sin el apoyo económico familiar: la aportación de la UE (115 euros al mes) y las ayudas complementarias del Estado (otros 100 euros mensuales) y de las autonomías (en el caso de Catalunya, 200 euros más) son insuficientes para costear una estancia de seis a nueve meses en otro país. 

La crisis, las dificultades de los jóvenes para encontrar empleo y, por si fuera poco, la subida de tasas que han tenido que soportar han hecho que muchos universitarios de clase media-baja, que no pueden contar con dinero de sus familias, hayan renunciado al Erasmus, pese a haber sido inicialmente seleccionados.

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