CAMBIOS EN EL SECTOR MUNDIAL DE LOS HIDROCARBUROS

Rusia y Arabia Saudí, matrimonio de conveniencia por el petróleo

Las dos superpotencias del crudo, acuciadas por necesidades económicas domésticas, logran fraguar una sólida alianza para evitar el hundimiento del precio

El ministro saudi de Energía, Al-Falih, en la reunión de la OPEP en Viena.

El ministro saudi de Energía, Al-Falih, en la reunión de la OPEP en Viena. / LF/MJB

MARC MARGINEDAS / MOSCÚ

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Nada tiene que ver el lenguaje corporal que irradian durante sus últimos encuentros, los ministros de Energía y Petróleo de Rusia y Arabia Saudí, en comparación con el desapego mutuo que mostraban en el pasado sus antecesores en el cargo. El ruso Aleksándr Novak y su homólogo saudí Jalil al Falih parecen querer alardear en público de complicidad, celebrando ruedas de prensa conjuntas, hablando a menudo por teléfono, visitándose e incluso coordinando declaraciones públicas y filtraciones a los medios de comunicación. 

Durante años, los dos principales estados productores de petróleo del mundo se han mirado con aguda desconfianza: Arabia Saudí, encabezando el cártel de la OPEP, formado por 14 países responsables del 44% de la producción mundial de crudo; Rusia, bombeando por libre, anualmente, tanto crudo como su rival medioriental.  

Acuerdos pretéritos entre las dos superpotencias petroleras para estabilizar los precios -como el que se cerró en el 2004- acabaron rompiéndose con estrépito por incumplimiento, mientras que entrevistas entre representantes de ambos países para recortar los crecientes estocs de crudo acababan sin pacto y en una atmósfera de indisimulada crispación. La falta de cooperación entre Riad y Moscú ha sido, según los expertos, uno de los factores que ha impulsado a la baja el precio del barril de crudo.

SUPERAR LAS RETICENCIAS

Pero necesidad obliga y los antiguos rivales están superando sus reticencias, acuciados por necesidades económicas domésticas. A mediados de mayo, Arabia Saudí y Rusia anunciaron su disposición a ampliar durante nueve meses, concretamente hasta el mes de marzo del año que viene, -superior al periodo previsto inicialmente de medio año- la vigencia del pacto rubricado en diciembre pasado en la sede de la OPEP en Viena para recortar la producción de forma conjunta y estabilizar los precios. 

Y lo hicieron de forma coordinada, con comunicados difundidos separadamente por un lapso de tiempo de algunas horas. El efecto psicológico del anuncio fue inmediato; el precio del barril de Brent se encareció en casi un dólar, alcanzando un precio de 51,82, mientras que el barril de Petróleo Intermedio de Texas llegó a los 48,85. "La coalición productora está determinada a hacer lo necesario para lograr sus objetivos", declaró entonces el ministro Al Falih.     

Factores económicos, aunque  también políticos, han empujado a Riad y a Moscú a aparcar diferencias pasadas. Rusia celebra el año que viene elecciones presidenciales en las que el presidente Vladímir Putin se presentará con toda seguridad y que constituirán un test sobre su popularidad, no tanto por su victoria, que parece garantizada, sino por la atmósfera en que se desarrollan y el grado de participación. La élite que gobierna el país quiere impulsar la economía, que este año apenas superará el 1% de crecimiento, tras dos ejercicios de recesión, para que la cita electoral se celebre sin sobresaltos. 

Arabia Saudí atraviesa aprietos similares e intenta diversificar su economía, al tiempo que poner a la venta en el 2018 un porcentaje de acciones no superior al 5% de<strong> Aramco</strong>, el gigante saudí del petróleo. Para cumplir ambos objetivos, necesita que el precio del crudo se incremente.

La política no está ausente en este acercamiento. Ambos países respaldan a bandos enfrentados en la guerra civil siria, y se llegó a especular que durante años Riad mantenía bajos los precios para mermar los recursos económicos de Rusia. La estrategia que sigue ahora la parte saudí es exactamente la contraria: atraer al Kremlin y mermar así la alianza de Rusia con Irán, su rival en la zona. "No queremos que Rusia centre en Irán toda su apuesta en Oriente Próximo", declaró a The Washington Post el principe heredero, Mohamed bin Salman.