Desmemoria crónica

Los bancos no pagarán 170.000 millones en impuesto de sociedades

La bolsa de Madrid en una jornada alcista, gracias a la cotización de los bancos.

La bolsa de Madrid en una jornada alcista, gracias a la cotización de los bancos.

Josep-Maria Ureta

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Dicen los bancos, en sus presentaciones de resultados de estos días, que ya han salido de la crisis, porque lo equiparan a la recuperación, con registros que a veces doblan los del 2013. Que un banco gane más que pierda, pese al rechazo emergente entre los votantes en año electoral, es un buen síntoma.

Que en esta recuperación sigan apreciándose síntomas de doping, es poco discutible: antes los gobiernos del PSOE y del PP elaboraron leyes para hacerlo posible: aceptar como criterio contable indiscutible que los bancos no paguen el impuesto de sociedades por haber contribuido al saneamiento de sus balances contaminados por los malos préstamos de la época del ladrillo para todos.

Dicen también los bancos que ha bajado la morosidad. ¡Claro! : Un buen pellizco se ha recolocado en los bancos malos inmobiliario (Sareb) y de empresas.

Francisco de la Torre Díaz, autor del exitoso ¿Hacienda somos todos? (editorial Debate), acaba de desentrañar uno de los capítulos más discutibles en las memorias que los bancos presentan estos días. Este inspector de Hacienda mantiene que los artificios contables de la legislación española -dictada por los poderosos entre el 2008 y el 2011- permite a los bancos no pagar el impuesto de sociedades (beneficios), durante los años  que haga falta, por el equivalente a 170.000 millones de euros. Se llama, en la jerga creada a propósito por quienes asesoran esos maquillajes, activos fiscales diferidosDe la Torre precisa, en un artículo recogido en el portal Nada es gratis -renovado y sin servidumbre financiera/ideológica- que el Gobierno ha corregido ese exceso para las cuentas bancarias de este ejercicio, pero que sigue vigente la cuestión de fondo: ¿por qué los bancos tienen tantos privilegios fiscales?

Podría contestar, con más munición y de gran calibre -porque sabe investigar y sabe explicar-, el periodista John Müller, (Osorno, Chile, 1964) autor del recomendable Leones contra dioses (Planeta). Con una dilatada experiencia en la redacción de El Mundo, y de perfil propio, alejado de las estridencias que exige el día a día del periodismo madrileño, Müller ha elaborado una crónica serena, documentada y de fácil lectura de  lo que ha sucedido en España desde el verano del 2007 hasta  hace unos meses, siempre en la clave de conocer hasta dónde llega el poder de los intereses económicos y los de la política, los dioses Hermes y Demeter en la puerta de la bolsa de Madrid y los leones  en la de las Cortes.

Zapatero, no; pero Rajoy tampoco, es el hilo conductor del libro. La descripción de las malas decisiones de los políticos españoles en estrategia económica, pese a disponer de toda la documentación necesaria, sin ocultar ningún nombre de quienes participaron en estos procesos, es una aportación muy relevante del libro de Müller. No contiene ninguna revelación trascendental, pero ayuda a comprender las limitaciones de quienes toman decisiones,  y retrata con más precisión de la que se les presume, la incultura económica de nuestros gobernantes.

En Els Matins de TV3 del martes, Müller explicó, a preguntas de Lidia Heredia, que lo peor de la salida de la crisis «es que volvemos al modelo anterior, no se ha aprovechado para hacer las reformas necesarias. Baja el paro porque aumenta  el consumo interno. Señal de que se recupera el ciclo vinculado al turismo y la promoción inmobiliaria».

Rajoy fue astuto, a finales del 2012, al negarse al rescate total de España, aunque el  bancario lo tuvo que asumir el 10 de junio anterior a regañadientes, documenta Müller.  Al final, ¿ganan los leones o los dioses, los políticos o los mercados? Dicen los mercados que el indicador único es la prima de riesgo. Dicen los políticos que son determinantes los impuestos (incluido el de sociedades, tan manoseado). La desmemoria de la gente es su mejor aliada.

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