REFORMAS ECONÓMICAS

Francia entra en la batalla de la liberalización comercial

La apertura de las tiendas en domingo enfrenta al Gobierno con los sindicatos

Las Galeries Lafayette en Paris. el pasado 15 de febrero.

Las Galeries Lafayette en Paris. el pasado 15 de febrero.

EVA CANTÓN / PARÍS

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La liberalización comercial se ha convertido en un tema polémico también en Francia, y con especial incidencia en París, con muchas similitudes con el caso barcelonés. « ¿Qué reforma puede crear empleo sin coste para el Estado, simplificar reglas incomprensibles, reforzar la competitividad, responder a las exigencias de la Comisión Europea y ser apoyada por el 75% de franceses?. La respuesta es simple: abrir las tiendas el domingo y por las noches». Es la tesis del delegado general de la Federación de Empresas de comercio y distribución, Jacques Creyssel, expuesta en una tribuna de la revista económica Challenges. El responsable de una federación que engloba un centenar de grandes compañías, entre ellas Alcampo, Galerías Lafayette o Leroy Merlin, duda en cambio de que la reforma del exbanquero Emmanuel Macron, el titular de Economía que da nombre al polémico proyecto de ley aprobado esta semana con fórceps en la Asamblea Nacional, sirva para dinamizar la anquilosada economía gala.

A su juicio, la ley Macron ley Macronse queda corta y pasará a la historia como «el símbolo del rechazo de Francia a entender la economía del futuro». La norma permitirá a las tiendas abrir hasta 12 domingos al año (ahora solo 5) si hay un acuerdo sectorial, empresarial o local que regule la compensación salarial a los empleados.

Respecto a la creación de trabajo, la opinión diverge entre defensores y detractores de la medida. Los primeros hablan de 34.000 nuevos empleos; los segundos, de 30.000 menos. «Todos los estudios demuestran que no se creará trabajo. Más bien al contrario, se destruirá, sobre todo en el pequeño comercio», indica a este diario Djamila Salvatori, de la federación de Comercio y Servicios del sindicato CGT.

En cuanto al impacto económico, tiendas de bricolaje como Leroy Merlin aseguran que los domingos logran entre el 15% y el 20% de su cifra de negocio. Pero estudios como el realizado en el 2009 por el Centro de investigación Crédoc, auguran un efecto «modesto» de la libertad de horario comercial e incluso alguno contraproducente, como más consumo eléctrico y costes salariales.

Los sindicatos critican también otro aspecto de la ley, no menor: la ampliación de las llamadas zonas turísticas internacionales en las que se podrá abrir todos los domingos, como ocurre ahora en los Campos Elíseos de París. En estas áreas, la nueva ley flexibiliza los horarios hasta las 12 de la noche. Y cuando entre en vigor -se cree que a principios del 2016—la liberalización llegará al barrio de Saint Germain o al turístico bulevar Haussmann.

La conclusión del pequeño comercio es que sólo saldrán beneficiados los grandes almacenes como Printemps o las Galerías Lafayette. «Son los que empujan a generalizar el trabajo siete días a la semana y con amplitud de horarios. Tenemos un gobierno socialista que hace una política liberal de derechas», resume la representante sindical.

«Me extrañaría mucho que las tiendas pequeñas abran los domingos porque habrá que pagar más a los trabajadores y no todo el mundo está de acuerdo», comenta Caroline, veterana dependienta de una minúscula tienda de la firma cosmética Lazartigue en las inmediaciones de Haussmann. Aunque, cree que la mentalidad francesa está cambiando: «La gente necesita dinero, eso está claro. Y si a alguno le viene bien trabajar un poco más. ¿Por qué no?».

En pie de guerra, aunque por razones distintas, se ha puesto la alcaldesa de París, la socialista Anne Hidalgo, que perderá su competencia en la elección de las zonas turísticas internacionales al pasar al ámbito del Ministerio de Economía. Una «usurpación» que evidencia, a su juicio, una visión del territorio «recentralizadora y jacobina».

En Francia, el 30% de los trabajadores se ven afectados por el trabajo dominical habitual u ocasionalmente. Suponen un 10% más que en 1990. El joven ministro Macron cree que la sociedad ha evolucionado y que la mayoría de los franceses quieren más flexibilidad comercial.