El 'efecto Iguazú' se acerca

Las cuentas de la Seguridad Social, el 40% del gasto español, requieren una mejor discusión pública sobre sus ingresos y gastos. El PP lo va a evitar.

La ministra de Empleo, Fátima Báñez, en el Senado.

La ministra de Empleo, Fátima Báñez, en el Senado. / EFE / JUANJO MARTÍN

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Adolfo Giménez era presidente del comité de empresa de Sintel, filial de Telefónica, que en el 2003 dirigió una memorable acampada frente al Congreso de los Diputados, sin más incidentes (hoy estaría preso con las nuevas leyes). Conoció el río Iguazú en Argentina cuando su compañía le envió a hacer unos trabajos de instalación de nuevas redes de comunicación. Allí aprendió a interpretar el ruido en parajes naturales. Se puede estar navegando en aguas plácidas, pero si se percibe, de lejos, un ruido cada vez más insistente e intenso, es que la catarata está cerca.

Un reportaje del cineasta Pere Joan Ventura, con el título El efecto Iguazú ganó el Goya del 2003 al mejor documental. Estamos muy lejos de aquella conflictividad industrial, pero si hay un par de imágenes del cierre del mes de agosto que merece la pena retener son las protestas en Valeo (Martorelles) e Inovyn Solvay (Martorell). En ambos casos, la amenaza empresarial no tiene nada que ver ni con el ciclo económico, ni la capacidad de producción de las instalaciones. Son decisiones unilaterales, o de la dirección de la empresa o de la aplicación rigurosa de la normativa gubernamental.

El otro indicio de que puede haber efecto Iguazú (no detectar a tiempo lo que se avecina) en las cuentas públicas son los datos de la Seguridad Social conocidos esta semana, y más si se combinan con los del paro del mes de agosto que difundió ayer el servicio público de empleo español (SEPE).

El mes pasado aumentó el paro registrado, el saldo de contratos y bajas que administra el Ministerio de Trabajo. Parece una paradoja si se atiende al sector económico que más entusiasma a la propaganda oficial -quede claro que los más serios lo que observan son las exportaciones-, los que miden que España va bien si se baten cifras de turistas.

La mayor paradoja han sido las declaraciones de la ministra de Empleo y Seguriad Social, Fátima Báñez, que en un arranque del populismo propio de esta época y que amenaza con extenderse todo el otoño justificó el aumento del paro de agosto en la cadena COPE con la antológica frase «España se para en agosto». ¡Anda! Si es así, ¿quién atiende a los turistas, les da de comer, les recibe en estaciones y aeropuertos o les recoge manzanas frescas?

Alguien del ministerio de Empleo debería revisar su registro de coherencia argumental. Si en mayo se califica de bendición de la política económica acertada el aumento de contratación porque vienen turistas, desconocer quién los atiende porque los españoles en agosto no trabajan es un auténtico esperpento.

Iguazú ha aparecido, no obstante, en otras cifras menos coyunturales, las cuentas de la Seguridad Social hasta julio. La colega Rosa María Sánchez fue bien explícita el martes en EL PERIÓDICO: Las cuotas del Seguro suben un 0,75%, lejos del 12% previsto. Es decir: El Gobierno cuadró, a finales del 2014, sus cuentas de la Seguridad Social con una previsión de ingresos (+12%) muy inferior a la real (+0.75%).

Como si hay algunas cuentas públicas bien actualizadas en internet son las de la Seguridad Social española, no hay que extenderse en comparaciones. Lo que sí procede es centrar toda la discusión del Presupuesto del 2016, que se va a aprobar antes de las elecciones del 20 de diciembre, en el 40% del gasto público español, lo que llamamos las pensiones.

El PP, con su política de reducción de cotizaciones ha secado, literalmente, la mal llamada hucha de las pensiones, que nunca fue tal, porque ese dinero estaba trasladado a la compra de deuda pública del propio Estado español.

Cada vez hay más futuros pensionistas remando hacia Iguazú, y no es metáfora.

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