UNA ALTERNATIVA PROFESIONAL

El futuro en las pistas

En el pabellón 8 Alumnos y dos tutores, en una clase.

En el pabellón 8 Alumnos y dos tutores, en una clase.

LUIS BENAVIDES
BARCELONA

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Fundada en 1970 y ubicada en la calle de Gomis, la Escola Lexia es un centro dedicado a la atención de alumnos que tienen necesidades educativas especiales. Desde hace cinco años, la asociación que gestiona el centro ha apostado de forma decidida por el deporte como herramienta didáctica y socializadora.

«Lexia ofrece cursos para potenciar, a través de la actividad física, la autonomía, la responsabilidad y todas las herramientas necesarias para integrarse en el mundo social y laboral», explica Jordi Sanchís, coordinador de un proyecto que permite a los alumnos obtener el certificado de auxiliar deportivo o Curs d'Iniciació a Tècnic d'Esports (CIATE) en un par de cursos académicos. «En realidad, la duración de los estudios es relativa, pues depende de cada alumno y su progreso. Pueden estar de dos a cuatro años», matiza Sanchís, tutor y coordinador de un grupo de chicos y chicas entre 16 y 20 años con diferentes niveles de «hiperactividad y déficit de atención».

La vinculación de Lexia con el deporte es estrecha. «Siempre hemos creído que el deporte es ideal para incluir a estos jóvenes. Y existía un vacío porque la mayoría de centros como el nuestro dirigen a sus alumnos a sectores como la jardinería o la cocina», lamenta Sanchís, quien destaca: «Muchos vienen rebotados de centros de secundaria porque no están motivados. El deporte, en cambio, les gusta».

Gerard Ordiñena, tutor de los alumnos como Sanchís, llegó al proyecto Ciate de Lexia «por casualidad» al acabar sus estudios en el Inef y dice estar encantado. «Los progresos que hacen con el deporte son muy importantes, y son muy aplicados y agradecidos», destaca el tutor más joven del proyecto.

Prácticas remuneradas

José Terrer estudia por las mañanas en Lexia y por las tardes realiza las prácticas en el pabellón municipal de Parets del Vallès. «Quería ser técnico de fitness en algún gimnasio y en casa me convencieron para estudiar primero de Ciate», confiesa el joven de 19 años.

«El primer curso es más teórico, pero este año ya hago las prácticas y disfruto mucho. Estoy con niños de preescolar, y les enseñamos desde cómo deben calentar antes de cualquier ejercicio hasta todo tipo de deportes», cuenta Terrer, quien además hace kárate en las pocas tardes que tiene libres.

La asociación educativa que gestiona el proyecto intenta que todas las prácticas sean remuneradas, aunque sea de forma simbólica, por parte de la docena de entidades que colaboran acogiendo a los estudiantes. «Chicos como José son muy válidos, pillan los conceptos rápidamente y pueden hacer muy bien su trabajo, aunque tengan una figura con titulación superior llevando la responsabilidad directa», explica Sanchís.

Cobrar, aunque sea poco, y moverse por la ciudad forma parte de su aprendizaje y formación como individuos. «Son chicos autónomos, que pueden ir a Parets o Sant Cugat, por ejemplo, para cursar sus prácticas. Solo acompañamos a los alumnos al principio», cuenta el coordinador.