UNA historia de nou barris... la Via Júlia

El desgarrón que luce como un amplio bulevar

La Via Júlia, trazada en 1929, es hoy un símbolo de la dignificación del espacio urbano

Júlia (els altres catalans) 8 El monumento está en medio de Via Júlia.

Júlia (els altres catalans) 8 El monumento está en medio de Via Júlia.

INMA SANTOS HERRERA
BARCELONA

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«Fes que siguin segurs els ponts de diàleg i mira de comprendre i estimar les seves raons i les parles diverses dels teus fills». En plena Via Júlia, una discreta placa con este texto de Salvador Espriu sale al paso de los peatones, obligándoles a alzar la vista desde el suelo a una escultura estilizada de hierro colado. Es el monumento Júlia (els altres catalans), de Sergi Aguilar, un homenaje a la población emigrante. Más conocido como la R de Roquetes o El árbol de los ahorcados, es uno de los monumentos más reconocidos en el barrio, tal vez porque se inauguró al mismo tiempo que la nueva Via Júlia (abril de 1986) y marca un antes y un después.

Poco queda ya de aquella Via Júlia anterior a su remodelación, cuando era un desgarrón, una herida que partía varios barrios, con fachadas no alineadas, huertos, aceras a diferentes niveles, y «coronada en el centro por la media luna de metro y medio de altura del túnel del metro», recuerda Josep Maria Babí, vecino jubilado y voluntario del Arxiu Històric Roquetes-Nou Barris. La historia de esta vía se remonta a los años 20 del siglo XX. En los barrios de Verdum y Prosperitat empezaron a emerger casas autoconstruidas que se fueron extendiendo. El ayuntamiento, preocupado por una iniciativa que no contemplaba el futuro de las comunicaciones, trazó en 1929 dos calles de 40 y 60 metros de ancho: Via Júlia y Via Favència.

El nombre de Via Júlia data de 1942 y evoca el antiguo nombre romano de Barcelona (la Colonia Iulia Augusta Paterna Faventia Barcino), pero hasta entonces, «se llamó paseo de la Muntanya; hacia 1929 pasó a llamarse Cuarenta Metros, por su anchura; en 1931 se cambió a Karl Marx hasta 1939, cuando volvió a llamarse Cuarenta Metros», explica el historiador Ricard Fernández.

La intensa vida asociativa del barrio se concentró en torno a Via Júlia, donde tuvieron su sede entidades como la Societat Coral l'Ideal d'en Clavé (1930), la Agrupació Sardanista l'Ideal d'en Clavé (1960), y la Associació de Propietaris i Contribuents de les Roquetes (1925), «Los Propis es la entidad más antigua en el barrio y la única que sigue en pie», apunta Babí. El edificio es un símbolo y acoge el Ateneu Familiar Artístic Cultural (1927) .

Tras la guerra civil, las infraestructuras demandadas para poder dar forma de barrio a lo que no eran más que casitas y huertos, no llegaron. Y lentamente la degradación se apoderó de la zona. La oleada migratoria de los años 50 y 60 volvió a insuflar vida a aquellos barrios, que crecieron marcados por la falta de infraestructuras, equipamientos y comunicaciones. La participación activa y la reivindicación vecinal -a veces conflictiva--, tan arraigada desde el principio en el barrio, fue haciendo conquistas. «El metro no llegó hasta abril de 1982», apunta Babí. «La primera línea de autobuses hasta aquí se abrió en 1953. En 1959 el tranvía 47 llegaba hasta la plaza de Llucmajor y el 48, hasta Virrei Amat; en el 65 el número 50 llegó a Via Júlia, y el 51, en 1970», añade Fernández.

La solución al caos llegó de la mano de los arquitectos Bernardo de Sala y Josep M. Julià. De patito feo a cisne. En abril de 1986, la Via Júlia vio la luz convertida en un amplio bulevar. «El primer tramo es ideal para pasear, el segundo es un espacio de encuentro de ocio y cultura, ferias, mercadillos y reivindicaciones», dice Fernández. Hoy, Via Júlia luce orgullosa y monumental, pero sin olvidar su alma humilde y luchadora de clase obrera, catalana y emigrante. ¡Quién la ha visto y quién la ve!