un vecino llamado... Guillermo Amor, director de la cantera del Barça

Guillermo Amor: "Todavía me vuelvo a mirar La Masia cuando paso por delante"

<b>A los 12 años, Guillermo Amor </b>viajó desde Benidorm a Les Corts con sus padres. Traían consigo la maleta de un niño con muchas ganas de aprender, pero ni letras ni números. Aquel desarraigo temprano solo lo podían compensar la pasión por el fútbol y el calor de La Masia.

Camp Nou Relevó al viejo recinto de Les CortsGUILLERMO AMOR HA VISTO CÓMO SE HAN AÑADIDO GRADAS PARA GANARPÚBLICO Y SE HA ELIMINADO EL FOSO POR EL QUE SALÍA A RECOGER PELOTAS

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CARME ESCALES
BARCELONA

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con 12 años, no solo Barcelona era muy grande para mí. Incluso La Masia me lo parecía». Esa fue, en 1980, la sensación que tuvo Guillermo Amor cuando colocó sus cosas junto a la litera en la que sería, a partir de entonces, su habitación. Había dado el primer paso hacia su futuro profesional. Los pies, las piernas y toda su vida tomaron al fútbol como timón.

«En la buhardilla de La Masia vivía una familia que se ocupaba de cocinar», recuerda Amor. Aquella cocina definía gran parte de los olores y sabores de su nuevo hogar.«Esta era nuestra casa, aquí le cogí gusto al pan con tomate. En cambio el queso, ni me gustaba, ni me gusta», confiesa el que fue el inquilino más joven de la casa de los sueños futuros del Barça.«La edad para entrar era 14 años y yo tenía 12. Para mí, habían buscado a una familia cuyo hijo jugaba también en el Barça Atlétic. Pero a mis padres y a mí nos gustó tanto La Masia que preferimos esta opción», explica Amor al que finalmente aceptaron como el más pequeño alevín.

«La ventaja en La Masia era que, sin salir del entorno, lo tenías todo: los campos de tierra donde entrenábamos, el Camp Nou y, por la rampa elevada, cruzábamos hasta el Miniestadi»,explica el autor del gol número 4.000 del Barça.«También salíamos fuera», puntualiza.«Un grupo solíamos ir a comer un bocata al bar de la facultad de Farmacia. Esto no era la mili, podíamos salir. Pero tener lo necesario cerca era muy cómodo», afirma.

La vida en La Masia

Desde Les Corts, Guillermo Amor iba al colegio salesiano Santo Ángel de Sarrià.«Luego fui a una academia en la Gran Vía. Pero estudiar no me gustaba»,admite. Como actual director deportivo del fútbol formativo del Barça, Amor compara su época en la cantera con la de hoy.«Ahora las consolas no faltan, pero hay unos horarios más definidos. En mi época, era todo más flexible»,recuerda. Por eso, muchas tardes, el rondo en el jardín trasero se comía las horas de estudio. No había horarios, pero había valores.«El respeto y la solidaridad se aprenden y se respiran en La Masia. Yo todavía me vuelvo a mirarla cada vez que paso junto a ella», afirma.«Ni Xavi, ni Iniesta, ni Puyol, ni el propio Pep olvidan sus orígenes en La Masia. Ese factor humano es una referencia para la actual y futuras canteras»,dice Amor.«Todo lo alcanzado por el primer equipo es lo que les hace creer a todos ellos que, si se trabaja con esfuerzo constante, hay posibilidades de estar ahí algún día. Y si está Pep, mejor», opina.«Seguramente, Pep no ficha fuera sin antes mirar abajo», declara Guillermo Amor.«Yo soy un privilegiado. Perdí muchos momentos con mi familia, y eso no se recupera, pero me salieron bien las cosas y conseguí mi objetivo. Otros, haciendo el mismo esfuerzo, sacrificando lo mismo que yo, no pudieron llegar», enfatiza.

Más techos en Les Corts

Después de ocho años viviendo en la Masia, Amor se fue a vivir con Jordi Roura y Ramón Raigón a un piso en la calle de la Riera Alta. Lo que no habían aprendido en La Masia, lo acabarían conociendo fuera.«En la cocina cada cual hacía lo que le salía mejor. Siempre está aquel al que se le da mejor preparar una pasta». Mientras Amor recuerda detalles de aquella primera independencia de La Masia y de camino al piso de la Travessera de Les Corts, en el que vivió a continuación, ya solo, alguien muy especial se cruza en nuestro camino. Es Paco, el que fue dueño del bar Calimero, en el que Guillermo Amor había comido tantas veces. Paco es parte de aquella familia del extrarradio blaugrana, un vínculo fuerte con la vida de un barrio que ha crecido y se ha enriquecido con el progreso de un club que sitúa a Les Corts y a Barcelona en el mapa mundial.

«En nuestra época, jugamos bien, disfrutamos mucho y ganamos cuatro Ligas seguidas, tres en la última jornada. Eso demuestra que ganar es dicífil. Por eso, el momento que vive ahora el Barça lo tenemos que disfrutar mucho, porque es único»,señala Amor, que otorga el rango de patrimonio, a ciertos jugadores.«Como Messi. Messi es patrimonio. Si se rompe una pierna es mucho lo que te juegas»,apunta el futbolista, que aún recuerda cuando accedía al vestuario por el túnel frente a la calle de Arizala, entrada del Camp Nou para los rivales del Barça.