BALONCESTO

La hora del alquimista

Carlos Arroyo asume el reto de devolver al Barça al camino del éxito tras una sólida carrera

Arroyo conversa con Pascual antes del entrenamiento del Barça.

Arroyo conversa con Pascual antes del entrenamiento del Barça. / periodico

LUIS MENDIOLA / BARCELONA

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Cuando se habla de Carlos Arroyo (Fajardo, Puerto Rico, 17 de julio de 1979) como jugador de baloncesto solo puede existir algún reparo si se tiene en cuenta su carnet de identidad. Nadie se atreve a cuestionar su trayectoria, su ética de trabajo, su sólida carrera internacional, con 10 años en la NBA y siete equipos diferentes (Toronto, Denver, Utah, Detroit, Orlando. Miami, Boston), una experiencia que le llevó incluso a una final con los Pistons en el 2005, que acabaron cediendo ante los Spurs.

Es solo cuando se advierte que su llegada al Barcelona Lassa se produce con 36 años, cuando surgen las dudas sobre su condición física y sobre si será capaz de sobrellevar una temporada tan exigente como la que le aguarda a los hombres de Xavi Pascual. "El carnet puede decir una cosa, pero para mí, la edad, solo es un número", argumenta Arroyo para contradecir al reloj.  "Yo me estoy dedicando fuerte a este deporte porque lo amo. Mi padre me dijo desde niño: 'tu cuerpo es tu templo'. Y he tratado de cuidarme lo mejor posible. Además, la motivación de estar aquí, la ansiedad de llegar y vivir una experiencia nueva es lo que más me llena. Si soy soy sincero, me siento como si tuviera 21 años".

Las imágenes que dejó el pasado fin de semana en la Supercopa Endesa, guiando al Barça hacia el título en su función de base creador y dejando su firma en algunas de las acciones más brillantes del torneo, solo vienen a confirmar sus palabras. "Quedó claro que está en forma, además de toda la experiencia que tiene. Nos ayudará mucho y espero aprender de él", cuenta el checo Tomas Satoransky, el jugador con el que deberá compartir minutos y posición en la cancha. "Está trabajando muy bien y me ha sorprendido en positivo. Nos dará muchas cosas y estamos contentos de tenerle con nosotros", afirma el técnico Xavi Pascual.

De momento, cuenta ya entre sus trofeos personales con unas de las redes del Martín Carpena, prueba física de su primera conquista como barcelonista. "Fue una experiencia bonita", admite sobre la Supercopa. "Un torneo que nos ayudará a encontrarnos a nosotros mismos y que deja ver una posiblidad real de lo que este equipo puede hacer este año. El carácter y la personalidad de los muchachos fue increíble. Todo el mundo ha entendido su rol y por eso lucimos al máximo", explica el base puertorriqueño, que dejó para la hemeroteca asistencias, triples, algún alley-oop y alguna canasta sobre la bocina, propia de alguien acostumbrado a decidir.

«Un grupo con hambre»

Desde su función de alquimista, obligado a convertir en oro el juego de un equipo que rozó la mediocridad la pasada temporada, y también reemplazar en el imaginario azulgrana a alguien querido como Marcelinho Huertas, fichado por los Lakers, Arroyo es consciente de que les queda un largo camino.

"Llamarnos equipo es difícil a estas alturas", se sincera. "Aún no hemos tenido tiempo para formar la química necesaria. Es algo que habrá que trabajar. Pero sabemos que tenemos jugadores con experiencia internacional, que entienden su rol y desean ayudar al equipo", cuenta acerca de los retos colectivos.

 "El objetivo será ganar, porque no se ganó nada el año pasado. Pero aunque hubiéramos ganado, la ambición habría sido ganar nuevamente, porque es lo único que vale en el Barça. Tenemos muchos jugadores nuevos con mucha hambre de ganarse el respeto de todos, el respeto de la Liga", subraya Arroyo, que también tiene claro el listón que habrá que superar. "El Madrid es el equipo a vencer porque fue el campeón del año pasado. Y ahora nosotros queremos ser ese equipo que gane todas las copas que vengan y logre el respeto de Europa".