La formación de futuras figuras

Escuela de 'Puritos'

El Club Ciclista Sant Boi enseña a casi un centenar de niños y adolescentes el arte de convertirse en corredor

SERGI LÓPEZ-EGEA
SANT BOI DE LLOBREGAT

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Llega el 'jefe'. Los chavales no saben nada. «Próximo martes, foto oficial del club. 19.00 horas, Parc Ciclista de Sant Boi. Vestuario oficial». El 'jefe' se ha cambiado en el coche. Los chicos están formados, con los dos uniformes del Club Ciclista Sant Boi, en el circuito solo para bicis, pero que también comparten con patinadores algunos días de la semana. No saben que Purito Rodríguez se ha enterado de la iniciativa y que como máxima figura del ciclismo catalán quiere reivindicar con su presencia que el esfuerzo de clubs como el de Sant Boi no sea en vano, como predicar en el desierto, porque no hay equipos, o pocos, casi ninguno, que den oportunidad a los chicos, a los chavales, a los niños que desafían al balón y quieren hacerse ciclistas, que sueñan con ser Purito, Valverde, Contador y, como el ciclismo no mira tanto los colores como otros deportes, también Froome, o Quintana, o Nibali. Da igual.

Atentos a la megafonía

La megafonía del Parc Ciclista de Sant Boi -hasta el alcalde, que sí se ha enterado de la llegada del invitado especial, ha hecho acto de presencia; y con él, los padres, las madres, los abuelos, la 'tieta', que no saben nada de Purito pero que han querido fotografiar al hijo, nieto o sobrino metido a corredor- anuncia la presencia de Purito. Aparece por sorpresa con su uniforme del Katusha y con su Canyon, la bici que lo acompaña a todas partes, para fotografiarse y dar un par de vueltas por el circuito ciclista, que al más puro estilo de los automovilistas sirve para enseñar, para que niños a partir de 6 años y adolescentes de hasta 16 aprendan el arte de convertirse en corredor en la que sin duda es la mejor escuela de la especialidad. Igual son los últimos, quién sabe, pero aguantarán mientras existan niños que sueñen con correr un día el Tour. 90 tienen ahora. 90 niños -y también niñas- a quienes, como si fueran a estudiar, se les explica cómo preparar un esprint, cómo ir a rueda, cómo utilizar los desarrollos de la bici, cómo aprovechar el viento y dónde se debe atacar para que el demarraje no sea en vano. Del Club Ciclista Sant Boi surgió Israel Núñez, que ha sido internacional en varias disciplinas, campeón de España de bicicleta de montaña y que fue profesional con el Kaiku, y más recientemente David de la Cruz.

La condenada crisis

«Y si no salen más profesionales no es porque nosotros no nos esforcemos, sino porque faltan equipos, porque con la crisis no hay patrocinios y es el ciclismo el deporte que más lo nota». Así lo explica Jesús Ruiz, presidente y alma del club. Hay casi un centenar de chicos que varios días a la semana, protegidos de la selva de la carretera, dan vueltas y más vueltas por el circuito de Sant Boi, de propiedad municipal. «Aquí nadie cobra. Con 35.000 euros anuales de presupuesto gestionamos la escuela y nuestros equipos base. Tenemos patrocinadores que nos dan la ropa y hasta un par de coches. 

Los padres se hacen cargo de las bicis, aunque contamos con descuentos para ellos. Si tuviéramos que comprarlas nosotros, no podríamos subsistir», cuenta Ruiz.

La realidad es la que hay y el presidente del Club Ciclista Sant Boi no trata de esconderla. Él quiso ser profesional. Era de la misma generación que el malogrado Isaac Gálvez, el ciclista de Vilanova i la Geltrú que encontró la muerte en el velódromo de Gante en el 2006. Se quedó en corredor aficionado pero recuerda cómo hace 20 años «se formaban pelotones de 150 corredores en las categorías inferiores». ¿Y ahora? «Ahora apenas son 40 los chavales que salen a competir». Por eso, Purito lanza el grito al cielo y quiere que con su presencia, aunque solo sea simbólica, los chicos, los que sueñan con imitarlo dentro de unos años, se sientan reconfortados y animados para pedalear hacia el futuro con mayor energía e interés.

«Cualquier viaje fuera de Catalunya, que nos obligue a pasar una noche fuera, supera los 2.000 euros. Y eso que llevamos a los corredores en coche; todo un viaje a Asturias, representa 10 horas en la carretera. Pero tienen que comer antes y después de competir. Por eso debes hablar con marcas de coches que solucionen el problema automovilístico, porque no tenemos presupuesto para comprarlos, y reunirte con responsables de cadenas hoteleras para conseguir importantes descuentos. Pero los peajes son los que son y la gasolina está al precio que está». Y así, con voluntad, como la de Ruiz, tira adelante una de las últimas escuelas de ciclismo que hay no solo en Catalunya, sino en España. «Y porque yo soy el dueño de mi propia pequeña empresa y me puedo combinar los horarios, porque si tuviera que cumplir un horario comercial rígido, difícilmente podría dedicarle tantas horas al club», subraya.

Pero se siente orgulloso porque 90 alumnos, con una nutrida selección de niñas, es una cifra considerable, una cantera a tener en cuenta. Y porque no todos los clubs pueden sentirse dichosos de tener un circuito que permita a los alumnos licenciarse como corredor. «Hasta que no tienen 15 años por lo menos, no los dejamos salir a la carretera. Aquí, en el circuito, se sienten protegidos», festeja Ruiz.