LA REINVENCIÓN TÁCTICA, LA EVOLUCIÓN CONSTANTE (DEL 2008 AL 2010)

Barça, encuentros en la tercera fase

<b>Dos años han pasado del</b> estreno del Barça de Guardiola en Soria y el equipo no ha dejado de evolucionar. Siempre para mejorar. Y ganar (ocho títulos de 10). Esta es la fuerza de este equipo que juega de memoria guiado por una idea. Un concepto futbolístico que moldea partido tras partido hasta llevarlo a la perfección. O casi. Da igual quién juegue. La fuerza es el colectivo. La magia, su fútbol. POR MARCOS LÓPEZ

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Hay algo de otra galaxia en el fútbol del Barça. Diríase que parece hasta irreal. Irreal porque no hay equipo que juegue así. Irreal porque no procede de un dibujo fanático del sistema donde cualquier movimiento pueda salir de una pizarra. Más bien todo lo contrario. Irreal porque juega el Barça como si estuviera viviendo encuentros en la tercera fase. Basta recordar lo que sucedió en la primera mitad ante el Racing. Con Iniesta, el mago Iniesta, moviéndose con absoluta libertad por el frente de ataque, pese a que inicialmente estaba destinado a ser el extremo derecho. Nada es lo que parece.

Ni el nueve, Messi, uno que parece flotar sobre el césped esperando el momento de la conexión mágica con la pelota, está sujeta a órdenes estrictas. Hay una idea. Y a partir de esa idea, tenemos el balón, dice Guardiola, y no lo tiene el rival, se desarrolla un fútbol armónico, coral y, sobre todo, hipnotizador.

A cada año, Guardiola ha ido reinventando la estructura táctica. La base se mantiene indestructible (Valdés ya era el portero titular en Soria ante el Numancia en el 2008, mientras Xavi e Iniesta guiaban el juego de ataque), pero han cambiado las piezas estratégicas. Donde estaba Touré reina ahora Busquets. Donde jugaban Etoo y Henry acompañando a Messi, entonces un chico pegado a la cal de la banda derecha, se mueven ahora Villa e Iniesta. Y Alves, como es habitual, es el jugador que galopa sin parar por la banda.

En Soria, pese a la derrota inicial, había una idea. Y se creyó en ella. En el partido inaugural de la segunda temporada de Guardiola, frente al Sporting en el Camp Nou, seguía estando Valdes protegido por Alves, Piqué, Puyol y Abidal mientras Pedro y Bojan escoltaban a Ibrahimovic, el nuevo nueve del Barça.

Ahí, justo ahí, en el eje del ataque azulgrana, radica el gran cambio de Guardiola. Y del Barcelona, un equipo que puede cambiar piezas (alguna de ellas muy importantes), pero jamás traiciona su estilo. Ayer, en Santander, se comprobó que el técnico no se deja envolver por los elogios que ha recibido tras construir un bloque casi invencible (ha ganado ocho de los 10 títulos que ha disputado en los dos últimos años).

Jugó, por ejemplo, Abidal de central zurdo. Una novedad. Jugó para darle más agresividad y velocidad a la zaga azulgrana. Puso a Iniesta en el campo y le dijo: «Haz lo que quieras». Siempre en función del compañero y del equipo. El Barça no tiene un dibujo y luego lo desarrolla. No, eso no es así. El Barça tiene una idea, una maravillosa idea, y la despliega con tantos recursos que convierte su juego en celestial. Esté Xavi en el campo (jugó la primera mitad) o salga Pedro en la segunda (entonces Iniesta se retrasó al centro del campo). Con balón bailan, sin balón muerden. Así se convierten en una máquina infalible.