LA JORNADA DE LIGA

El Barça destroza con fútbol y goles al Espanyol en media hora (4-0)

14 de los 22 titulares en el Camp Nou --10 del Barça y 4 del Espanyol-- son fruto de La Masia

JOAN DOMÈNECH / Barcelona

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Si hiriente ha debido de ser para los pericos escuchar desde el minuto uno el cántico de "a Segunda, oé", y también después de cada gol, que han sido unos cuantos (4-0), más doloroso ha debido de resultar ver la nula réplica que ha presentado el equipo ante el Barça en el Camp Nou. El Espanyol ha sido un juguete: valioso y divertido para el eterno rival, que apenas se ha esforzado para entretenerse en la tarde de Reyes, pero tan vulgar y frágil que no ha resistido ni un manoseo. A la media hora se asemejaba a un guiñapo, maltratado por el vecino, que lo ha sometido a una manta de goles y a un repaso de fútbol

Las expectativas alimentadas durante las vacaciones --el recelo de los culés por la inactividad, la ilusión de los pericos por el empate del Bernabéu-- han volado en un santiamén, reforzando la sensación de que los derbis de hoy ya no son lo que eran. Las diferencias entre ambos equipos se han acentuado, y este domingo se ha comprobado que están más distanciados de los que refleja la clasificación.

Con muy buenas maneras, sin un golpe ni un mal gesto, con ese estilo amable que ha acuñado en los últimos años (solo tres faltas cometidas), el Barça ha dispensado un trato vejatorio a su rival: lo ha denigrado sin misericordia, tocando el balón con esa gracia sin par y corriendo como nunca para recuperarlo, incluso cuando la goleada estaba tatuada en el ánimo de unos y otros.

Conexión amistosa

Visto desde otro punto de vista, se ha librado un derbi fraternal como nunca y quizá esa conexión amistosa se ha trasladado al césped. Catorce de los 22 futbolistas han salido de la misma casa. Tito Vilanova, presente en el estadio aunque apenas se le ha visto en el césped, sin motivos para levantarse de la butaca del banquillo, ha reunido a 10 canteranos --el extraño ha sido Alves--, pero el Espanyol ha alineado a cuatro antiguos colegas de los azulgranas: Víctor Sánchez, Baena, Verdú y Sergio García. A ellos se les podría añadir Simao Sabrosa (15) por su pasado barcelonista.

Solo Baena, y lo hace en cada derbi, demuestra que el cambio de barrio le generó un resquemor que no ha superado. Javier Aguirre lo ha sustituido para que no lo expulsaran, mucho más tarde, sin embargo, de lo que hizo con Wakaso en el Bernabéu.

El empate blanquiazul en Madrid ha sido el punto de referencia sobre el que ha partido el Barça, lo que ha permitido al equipo reanudar la Liga sin ningún motivo de relax. Esa actitud ha encontrado una inmediata recompensa, aunque ha acortado la emoción del partido. La segunda mitad ha sido un añadido innecesario que solo ha alumbrado el interés de ver si Pedro conseguiría un triplete o averiguar con cuántos goles volaría Messi este lunes a Zúrich para la gala del Balón de Oro. Ambos han tenido ocasiones para ampliar sus números, y no han sido los únicos.

Sin síntomas de pesadez

Más que un duelo, el partido ha sido una masacre futbolística. El juego del Barça ha sido un primor, sin síntoma alguno de atascamiento a raíz de las vacaciones. La bola ha ido de punta a punta, de lado a lado, a una velocidad inalcanzable para el Espanyol, como si aún no hubiera regresado de las vacaciones. Tal vez los jugadores han comido y bebido de más, porque la pesadez de las filas blanquiazules ha sido sonrojante. El Barça siempre ha corrido más, para atacar y también para defender. Iniesta ha robado un par de balones que harían avergonzar a cualquier futbolista, por no decir Alba, Puyol e incluso Busquets, cuyo único lapsus ha quedado inmediatamente compensado con una genialidad.

Un mal entendimiento entre Busi y Puyol ha habilitado a Sergio García para escaparse hacia Valdés. Ha mandado el balón al cementerio de Les Corts. Ha podido ser el 2-1 y solo ha sido una de las dos ocasiones en las que el Espanyol ha pisado el área local. La otra ha sido un mano a mano entre Albín y Valdés que ha desbaratado el meta. Resulta más fácil contar las oportunidades españolistas que las azulgranas, innumerables. Tres minutos después de originar ese susto, Busquets ha tirado un pase vertical a Pedro que ha salvado dos líneas de blanquiazules. El canario ha culminado con la finura de un orfebre.

Cesc, recuperado

Pedro ha sido el jugador más adelantado, porque Messi ha seguido explorando otras latitudes y porque Iniesta ha ejercido de teórico extremo, desplazado allí por la entrada de Cesc. Vilanova ha querido utilizar al de Arenys en la primera oportunidad que ha tenido tras su lesión. Villa y Alexis no han aparecido hasta la segunda mitad, con todo resuelto, como si su papel fuera marginal. Tienen el mes de enero y la Copa para recuperar el hilo.

El Espanyol podrá consolarse con que el Barça es inasequible para todos (52 puntos de 54 disputados) y que no se tropezará con él hasta la penúltima jornada.