EL ÁREA DEL ESCRITOR

Querido Nick Hornby

Messi celebra el segundo gol del Barça marcado de penalti

Messi celebra el segundo gol del Barça marcado de penalti / periodico

CARLOS ZANÓN

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Siempre que Barça y Arsenal se enfrentan pienso en Nick Hornby. Hornby es un escritor inglés, uno de mis favoritos. Y es simpatizante del Arsenal. En su ensayo novelado, 'Fiebre en las gradas', toma el punto de vista de un chaval que crece unido a los avatares del Arsenal. En el interior del libro también hay algo así como un pequeño dietario con resultados, partidos y anécdotas. Cuando la fortuna reúne a Arsenal y Barça y acaba el partido imagino a Hornby encendiendo su portátil. Introduciendo contraseña –bandwagonesque-. Tecleando el resultado final del partido y algo así como: “ellos nos han vuelto a ganar”.

El Arsenal es un equipo que casi siempre juega bien pero le falta gen competitivo. Es como si cuando repartieron las instrucciones de cómo jugar, al ejemplar entregado al Arsenal le faltara un capítulo. En concreto aquel que indica que este dichoso juego consiste en marcar un gol más que el contrario. Ganar, vamos. Con todo la relación entre culés y gunners es harto curiosa. Recuerda a la historia recreada por otro escritor inglés, Shakespeare, 'El mercader de Venecia'. El conflicto de la obra es el dinero que Shylock, un usurero judío presta a Antonio, un rico mercader. El préstamo está cubierto en caso de impago con una clausula tipo ‘preferentes’: una libra de la propia carne de Antonio.

En realidad lo que esconde Shylock es la venganza del proscrito, del perdedor por no ser como Antonio, el normalizado, el bendecido por leyes y sociedad. El Arsenal (Shylock) siempre quiso ser guapo y ganador como es ahora el Barça (Antonio). Pero no supo ni pudo. Por eso, siempre que pudo nos cobró la usura en forma de libras de carne (fichajes de Petit, Overmars, Cesc…) cuando no se dedicó a robarnos infantes al amparo de la noche oscura. 

Hoy no he bajado al bar. Me quedo en casa. TV3: los comentaristas de siempre y Sergi Barjuan, todos acelerados tipo Humor Amarillo. Mención al abracadabra de Luis Enrique. Es maravilloso esto del Barça en la época de la globalización. Solo falta que Guardiola diga que su hija le ha regalado el Zohar para el día del padre y la Cábala viviría un esplendor como no se conoce desde el siglo XII. Iniesta lleva cresta. Cech gorro de bebé. Piqué, barba. Wenger o la eternidad. Imaginar al Arsenal sin Wenger es como imaginar a 'Saber y Ganar' sin Jordi Hurtado: una entelequia.

CUATRO QUESOS

El partido es aburrido. Muy aburrido. Media parte: 45 minutos 5 remates 0 a portería. Nick Hornby también debe estar aburrido. Se levanta. Va a la cocina. Otra cerveza. Le imito. Me gusta esta sensación 'Espejo Hornby'. La segunda parte empieza con más intensidad. Los comentaristas entran en jolgorio. Caliento una pizza. Ausentarme del televisor es buen reclamo para un gol. Me recuerdo desde la puerta del comedor viendo cientos de repeticiones de goles que esperaban que mi próstata me retorciera. Ni así marcamos.

Los comentaristas se desesperan de que nadie chute. Uno de ellos grita a Neymar, xuta, noi, xuta pero enseguida se da cuenta, aterrorizado, de lo que ha hecho y se corrige. Aroma a gulag. A comisario político llamando a TV3 y pidiendo la cabeza del comentarista a primera hora de la mañana. Ter Stegen salva un gol. Cuatro quesos. Casa Tarradellas. Tanto glamour a veces me deprime. La intensidad acaba siendo imprecisión. Pero la Cábala entra en funcionamiento. Messi. Gol. El locutor se viene arriba. No quiero ni pensar cuando acabemos la Sagrada Familia. Hacen penalti a Messi y los comentaristas empiezan a reír tipo gas de la risa. Nick Hornby no espera al final y teclea en su portátil: lo han vuelto a hacer. Luego telefonea a Hugh Grant y se van de pintas.