'Salvando las distancias', lo de siempre

Para preguntarse si el amor puede sobrevivir entre dos personas que viven en lugares distintos, esta comedia romántica sigue a pies juntillas la fórmula: está protagonizada por Drew Barrymore, la reina indiscutible del género; poblada por personajes de saldo, como el mejor amigo de él o la hermana de ella; y trufada de un postizo conjunto de circunstancias pensadas para mantener alejados a los amantes. Incluye referencias pop -Top Gun, Jonas Brothers- y empalagosos montajes musicales. Pese a sus ínfulas cool es, pues, lo de siempre.

La química entre Barrymore y Justin Long es palpable -al parecer solían salir juntos- y exudan una genuina compasión recíproca, incluso aunque las circunstancias de sus personajes están tratadas con necedad y sus intercambios verbales carecen de espontaneidad. Además, los intentos de la directora Nanette Burstein de invertir el método Apatow -en lugar de añadir cursilería sentimental a una comedia gamberra, ella inyecta el clásico enredo chico-busca-chica de vulgaridad y diálogos marranos- se muestran desorientados y desesperados. En cualquier caso, no tanto como su uso arbitrario de la cámara al hombro -quizá para recordarnos su experiencia como documentalista-, su teoría sobre el potencial de los bigotes para seducir a las mujeres mayores, sus simplonas referencias a la crisis económica o la agonía del periodismo y la industria musical o la condescendiente moraleja central: que la clave para hacer que el amor dure es entender que cuando las mujeres dicen que quieren algo, en realidad desean lo opuesto a ello.