CRÓNICA

Una irreverente 'Tosca'

Peralada acoge una irregular versión de la popular ópera de Puccini

Los actores de 'Tosca', célebre ópera de Puccini, el viernes, en el Festival Castell de Peralada.

Los actores de 'Tosca', célebre ópera de Puccini, el viernes, en el Festival Castell de Peralada.

CÉSAR LÓPEZ ROSELL / Peralada

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UnaToscade marcado acento anticlerical ha puesto el cierre al programa operístico del Festival de Peralada. La producción del Staatstheater Karlsruhe del melodrama trágico con trasfondo político de la obra de Puccini ha recibido una cálida, aunque no entusiasta, acogida del público. Los cantantes, la orquesta y el coro de la Comunidad de Madrid, dirigidos por Miguel Ángel Gómez Martínez, sobrevolaron por encima de una puesta en escena fallida en lo dramatúrgico, a pesar del acierto del planteamiento de John Dew orientando la trama hacia la óptica del poder opresivo de la Iglesia –equiparándolo al del Estado más reaccionario–, en directa conexión con el pensamiento ateo y revolucionario del autor.

El siniestro jefe de policía Scarpia aparece en este montaje operístico como un maquiavélico y torturador obispo, obsesionado no solo en reprimir a su enemigo político Angelotti y a su amigo, el rebelde pintor Mario Cavaradossi, sino en obtener a toda costa los favores sexuales de Floria Tosca, amante del artista. Esta nueva proyección del sádico personaje tiene plena justificación si nos atenemos a hechos denunciados hoy y en la historia del estamento eclesiástico.

Hay que anotar en el haber del cubano Dew la buena utilización de los símbolos religiosos exhibidos en la escenografía de Heinz Balthes. Más allá de lamadonna,elsanto y la pintura de unamagdalenacon los senos al aire, tiene fuerza la imagen del ojo de buey situada en la cúpula de la iglesia. Escenifica la sacra mirada inquisidora y desde allí, sustituyendo al pelotón de fusilamiento, salen los disparos que ejecutan a Cavaradossi y también los que liquidan a Tosca, en un desafortunado final con el que el director sustituye la escena del suicidio de la protagonista tal vez para simbolizar que la violencia tiene el mismo origen. Ininteligible.

Otra cuestión es la de los caracteres de los personajes, claramente dibujados por Puccini. Basta atenerse a su detallista escritura para componer su ajustado perfil psicológico. Pero no se consigue, a excepción del Scarpia interpretado por Joan Pons. El barítono menorquín, con una gran presencia escénica, transmitió toda la maldad de este rol que no tiene secretos para él después de haberlo representado 300 veces. Más delgado, demostró estar en un buen momento vocal aún sin llegar a cumbres del pasado.

Elisabete Matos, con una voz de soprano-spinto idónea para este papel, ofreció una Tosca de gran intensidad y muy en la línea de grandes intérpretes del pasado, pero adoleció de la expresividad comunicativa de su amor pasional. Se lució con el ariaVissi d'artey en el dúo del primer acto con Cavaradossi. Aquiles Machado, mucho más estilizado y ágil después de perder 40 kilos, tuvo un más que convincente debut en el papel del pintor con momentos brillantes en la interpretación deRecondita armoniayE lucevan l' stelle.

CORO INTACHABLE / El coro bordó la interpretación del Te Deum en la escena procesional y el resto del reparto respondió musicalmente a las expectativas de esta irreverente versión de Tosca. Es de agradecer que el Festival de Peralada insista en las propuestas operísticas. Aunque en los tiempos económicos que corren será difícil que volvamos a ver los costosos repartos de antaño.