DRAMA

'Nothing personal', soledades compartidas

NANDO SALVÀ

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La primera película de la polaca Urszula Antoniak observa el encuentro entre dos personas que han decidido, cada una a su modo ¿él se perfila como un eremita, lo de ella parece ser misantropía¿, dejar atrás el mundo, y cómo, paulatinamente y sin llegar a abandonar el gesto de animal herido, llegan a construir una relación emotiva anclada en la decisión de no hacerse preguntas sobre el pasado, de vivir apenas el presente, y que vacila entre la necesidad de contacto y la voluntad de no volver a dejar entrar a nadie para no sufrir.

Antoniak se pregunta cuánto necesitan saber dos personas la una de la otra para empatizar, y a la vez cuestiona al espectador sobre cuánto necesita conocer de unos personajes que son tabula rasa. Nothing personalse nutre de la delicada gestión de una sucesión de ritmos y de silencios exquisitamente modulados ¿cuando son escogidas y pronunciadas, eso sí, las palabras acarrean mucho significado¿, y sobre todo de dos magníficas interpretaciones cuya destreza y elegancia conduciendo la historia nos hacen olvidar que esa relación es, desde el principio, enteramente previsible.

En cualquier caso, Antoniak transita un camino intensamente personal que subvierte convenciones narrativas y en el que todo es más sugerido que explicado, a través del retrato de un paisaje ¿la encapotada campiña irlandesa¿ que pasa de ser adusto y hostil a ofrecerse más cálido y luminoso; de una cámara detallista que se fija primero en los signos de amenaza y luego más bien en los gestos de tranquilidad y cariño; y del rostro de la mujer, aparentemente tallado a golpes de ira durante la primera parte del filme y del que de forma casi imperceptible se va apoderando una serena belleza.