NUEVA VERSIÓN DE UN ESPACIO POLIVALENTE

'After' de estudiantes: Cornellà lanza con éxito un aula nocturna abierta todo el año

Estudiantes en el aula nocturna de Citilab, en Cornellà.

Estudiantes en el aula nocturna de Citilab, en Cornellà. / periodico

VÍCTOR VARGAS LLAMAS / CORNELLÀ

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Júlia Guillén hace crujir la anilla de una lata de bebida energética mientras de fondo se intuyen las notas ahogadas de una melodía ‘house’ y afuera de la antigua nave industrial hace rato que oscureció. Aunque todo parece indicarlo, no estamos en una discoteca ni nada que se parezca. Bueno, si acaso, en el horario. Hasta el amanecer y más allá podrá apurar Júlia su brebaje estimulante y la banda sonora que emana de sus auriculares en el Citilab de Cornellà. El centro para la innovación social y digital y el consistorio  han impulsado una iniciativa para abrir un aula de estudio las 365 madrugadas del año, de ocho de la tarde a ocho de la mañana los días laborables, y los fines de semana, de 10.00 a 14.00 horas y de 16.00 a 8.00 horas. Una oferta que brilla por su ausencia en la provincia, un oasis  para la fauna estudiantil. 

Este ha sido el refugio elegido por Júlia para preparar sus tests de 4º de Biotecnología. Un remanso de tranquilidad para sus neuronas que bien vale el desplazamiento desde Les Corts a lomos de su Honda  CB-500. “Antes iba a la biblioteca de Economía de la Universitat de Barcelona, pero allí se monta un ruido de espanto y es habitual quedarte sin sitio”, razona esta joven de 23 años. Aclara entre risas que lo del ‘house’ “es solo para hacer esquemas”, que cuando toca concentrarse, disfruta del mutismo del Citilab y que prefiere las noches porque por la mañana, debería beber “dos ‘monsters’ antes de mediodía”. “No es plan”, bromea.

PRÓRROGA

Menos margen tiene Mar Mojonero, profesora de educación física en un centro de secundaria y que dedica las tardes a poner al día “la faena del instituto”. Cuando la mayoría dedica la noche al asueto y el descanso, Mar negocia una prórroga para dedicarle tiempo a un grado de Pedagogía y un máster en Psicopedagogía. Y aunque podría disputar el partido en la comodidad de su casa, prefiere ir a campo contrario. “La culpa es de mi gato, que se pasea por el teclado del portátil y me borró un trabajo de la facultad; el profesor me suspendió porque no lo creía... y yo me dije que no volverá a pasar”.

Uno más de los motivos para los numerosos estudiantes que han visitado el aula en su primer mes: 626 visitas, a un promedio de una veintena que emplean 3,2 horas de estudio, según expone Javier González, director del Citilab. “Las cifras nos dan la razón de lo idóneo de proporcionar un lugar para la gente que no dispone de buenas condiciones para estudiar en casa, algo que  aprecian personas de localidades más allá de Cornellà”, explica González.  

Un ejemplo es Josephine, de Granollers, que acude al centro para compatibilizar el estudio con sus dos trabajos en Barcelona, en un comedor escolar y como canguro. “Entro a las 21.00 horas y acabo hacia las cuatro de la mañana”, explica. Apenas objeta un detalle a mejorar en el aula: “disponer de máquinas con cosas para matar el hambre”. “Solo hay un pakistaní cerca y a partir de las 11 de la noche, olvídate”, explica. Aislamiento comercial y también en lo personal, puesto que prefiere estudiar sola. “Me conozco y si estoy con alguien, a estas horas, encontramos algún bar fijo”, bromea antes de sumergirse de nuevo en sus apuntes.