CIENCIA

La tecnología revoluciona la cartografía oficial de Catalunya

La web del Institut Cartogràfic con una ortofoto del Ebro en su tramo final.

La web del Institut Cartogràfic con una ortofoto del Ebro en su tramo final.

ANTONIO MADRIDEJOS
BARCELONA

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El mapa más preciso y completo de Catalunya en versión ortofotográfica -realizado a partir de la superposición de fotos- es un logro tecnológico en el que han participado tres aviones y un centenar de especialistas en áreas tan diversas como el vuelo cartográfico, la estereoscopía y la restitución fotogramétrica. La escala 1:2.500 es similar a la de los mejores productos disponibles en internet, la mayoría realizados con la ayuda de satélites, pero un simple vistazo basta para comprobar la sustancial diferencia: ni hay nubes ni sombras molestas, ni diferencias extrañas de color, ni inexplicables desencajes o cortes aprubtos. El mapa lo ha realizado el Institut Cartogràfic de Catalunya (ICC) y está disponible gratuitamente online (www.icc.cat) desde este año.

Una escala 1:2.500 significa que cada píxel equivale a 25 centímetros o, si se prefiere, que cada centímetro de pantalla son 250 metros de terreno real. Esta precisión basta para observar los árboles individualmente y las rayas blancas discontinuas de las carreteras. Como el nivel de detalle es igual en todo el territorio -no solo en las ciudades-, es una escala muy apreciada por los montañeros.

ACTUALIZACIÓN CADA AÑO / El ICC completó su primer ortofotomapa de Catalunya en 1992 después de siete años de trabajo casi artesanal. Fue en blanco y negro y en escala 1:5.000, es decir, cada centímetro cuadrado son ahora cuatro. Desde entonces se ha mejorado a marchas forzadas en calidad y también en ritmo de actualización, un elemento esencial si se tiene en cuenta que el mapa es una herramienta muy útil para la planificación urbanística, agrícola o ambiental. En 1995 se concluyó la primera versión en color, un cambio sustancial, y en el 2009 llegó la versión 1:2.500. El último paso ha sido la rapidez: «Por primera vez, en el 2010 hemos concluido el mapa a escala 1:2.500 y lo hemos colocado en internet en menos de un año -dice Joan Sendra, subdirector general de servicios del ICC-. Nuestro objetivo es actualizarlo anualmente».

El trabajo empieza todas las primaveras cuando la inclinación de los rayos del sol es propicia. Los aviones del ICC, que llevan unas cámaras fotográficas acopladas en la parte inferior del fuselaje y un altímetro láser, dejan su hangar en el aeropuerto de El Prat e inician un trabajo sistemático. Partiendo de una ruta planificada hasta el más mínimo detalle, deberán recorrer todo el territorio catalán desde una altitud de unos 2.500 metros. Las cámaras se disparan automáticamente al llegar al punto deseado y cada foto cubre una superficie de 3.456 por 1.920 metros. Eso sí, a veces hay que volver porque el tiempo empeora.

NO ES UN ROMPECABEZAS PERFECTO / «Para una resolución 1:2.500 serán necesarias unas 300 horas vuelo», resume David Sánchez, jefe de promoción del Institut Cartogràfic. La institución dispone de tres modelos de avión (Partenavia, Cessna y Beechcraft) que permiten obtener imágenes a distintas alturas. «Las fotografías áereas son más precisas que las satelitales», afirma Sendra. Uno de los detalles más visibles es que no hay nunca nubes.

Los vuelos ya han concluido, pero el trabajo no ha hecho más que empezar. Las miles de fotos obtenidas no forman un puzzle fácil de completar porque, entre otros aspectos, la Tierra es esférica y está salpicada de montañas de alturas diversas. Las cámaras, además, tienden a deformar los extremos de las fotografías. Si se juntaran las piezas una a una, sin más, los bordes no encajarían perfectamente. Las carreteras podrían aparecer deformadas.

Por este motivo, todas las retículas de terreno deben quedar cubiertas por más de una imagen. «Las fotos necesitan un ajuste posterior», prosigue Sánchez. En términos sencillos, eso significa que son resctificadas digitalmente para que todos los puntos parezcan vistos de manera cenital, es decir, desde la misma altura y con la misma inclinación. El objetivo es lograr una visión estereoscópica, emular la visión combinada de los ojos.

Con posterioridad, como las fotografías no han sido tomadas a la misma hora del día, es necesaria también una rectificación que unifique el color y la iluminación. Finalmente, se eliminan efectos no deseados como reflejos y sombras. El resultado obtenido después de tanta filigrana no es un atlas simplemente fotográfico, sino ortofotográfico. Y un prodigio de tecnología.