Las caídas enturbian y lían a la Vuelta en Lugo

Contador pierde a su mejor hombre en la montaña por una fractura de clavícula

El belga Gianni Meersman se impone al esprint en Lugo.

El belga Gianni Meersman se impone al esprint en Lugo. / periodico

SERGI LÓPEZ-EGEA / LUGO

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Las bicicletas, por mucho carbono y diseño aerodinámico que lleven, no están preparadas para circular a más de 50 kilómetros por hora, porque a esa velocidad son vehículos inestables y sus pasajeros una especie de conejillos de indias, que se rompen como cristal al caer al suelo. Si, además, la llegada a Lugo, una más de la Vuelta dentro de Galicia, se presenta con curvas, alrededor de su preciosa muralla,el peligro se incrementa y ya se convierte en una llamada a un panorama casi dantesco si hace poco que ha llovido y el asfalto está alterado por los charcos.

Si a todo ello unimos el hecho de que cada vez hay menos ciclistas dispuestos a tocar el freno en situaciones de alarma, entonces el resultado, el vivido en la meta lucense, no puede ser otro que un montón de corredores esparcidos por el suelo, bicicletas literalmente rotas, sillines que se desprenden de la tija, ruedas que se tuercen como si fueran de cartón y corredores chillando de dolor con sus clavículas rotas.

No fue un buen día para el pelotón porque en los últimos kilómetros, con el nerviosismo de los velocistas que se quieren sacar el carnet de esprínter en la Vuelta, ante la ausencia de los grandes divos que no se han apuntado a la carrera asustados por las cuestas marca de la casa, se dispararon las alarmas, hubo caídas, por el lado derecho (Steven Kruijswijk chocó contra un bolardo mal señalizado y la organización ha asumido la culpa) y por el izquierdo (Robert Kiserlovski), ambos con fracturas de clavícula, plaza en la ambulancia y destino final hacia el hospital de Lugo.

Al lector profano en ciclismo quizá no le suenen de mucho --sobre todo por la dificultad de lectura y pronunciamiento-- los nombres propios de Kruijswijk y Kiserlovski, pero eran, por diferentes razones, dos piezas claves en esta Vuelta que ha cumplido cinco etapas, con el liderato del ciclista colombiano del BMC Darwin Atapuma y la segunda victoria al esprint del belga Gianni Meersman.

Kruijswijk fue el corredor holandés a quien ya se daba por ganador anticipado en el Giro, por su claro dominio en la montaña. Pero cuando llegó el descenso del Agnello se estampó contra un muro de nieve y abrió el camino de la victoria para Vincezo Nibali.

Kiserlovski, croata, era el hombre, sí era el hombre, el destinado a ser el gran ayudante de Alberto Contador, en el Tinkoff, en la montaña de esta Vuelta y se cayó delante del jefe para decir adiós a la carrera y dejar más huérfano si cabe al ciclista madrileño que perdió a un compañero imprescindible en su equipo. 

La caída se produjo dentro de la zona de seguridad (los tres últimos kilómetros) cuando ya se veía el triángulo rojo que indica que solo quedan mil metros para la meta. «Tuve que saltar por encima de un ciclista caído», relató Contador. «Me fui al suelo porque el primer corredor que derrapó estaba delante mío. Voy como un cromo, pero he tenido suerte», decía también en la meta de Lugo Eduard Prades, el corredor de Alcanar, del conjunto Caja Rural, otro equipo acogido a la mala suerte puesto que su ciclista mallorquín Lluís Mas, el miércoles, cuando descendía a su autobús desde la cima de San Andrés de Teixido, la bici le hizo un extraño al frenar con tal mala suerte que se fastidió la cadera, otra retirada inesperada. Ya es mala pata irse al suelo cuando ha finalizado la etapa y el ciclista no se juega absolutamente nada. Prades, magullado por todas partes, se fue a que lo curara uno de los médicos de una Vuelta que este jueves buscará un nuevo territorio gallego: la Ribeira Sacra y sus encantos paisajísticos y montañosos.

Todas las clasificaciones en la página oficial de la Vuelta.