EL PROTAGONISTA. PERFIL

Tres décadas en primera línea

JOSEP A. DURAN LLEIDA. Líder de Unió por primera vez en 1982, ha ocupado cargos en casi todos los niveles de la política

Roca y Duran, en el 2001.

Roca y Duran, en el 2001.

RAFA JULVE
BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

No hizo falta que lo dijera al anunciar su dimisión como número dos de CiU, pero el aprecio que Josep Antoni Duran Lleida siente por ciertos sectores de Convergència Democràtica es directamente proporcional al cariño que ciertos sectores de CDC le profesan a él. Así es y así ha sido siempre.

Duran (Alcampell. Huesca. 1952) entró en el partido democristiano en 1974, se incorporó a la ejecutiva en 1976 y en diciembre de 1982 tomó las riendas como presidente del comité de gobierno tras barrer a Joaquim Xicoy. A los dos años dejó ese cargo en una maniobra que no fue más que un paso atrás para después aliarse con Concepció Ferrer y arrollar a Joan Rigol. Duran emprende una retirada táctica de la cúspide de Unió tituló entonces El Noticiero Universal.

En 1987 volvió a hacerse con ese puesto y ya no lo ha dejado escapar. Subido a ese púlpito ha logrado gobernar sus filas con personalista mano de hierro (la última demostración fue su victoria frente al independentista Josep Maria Vila d'Abadal en el 2012) y enfrentarse a los convergentes para que no diluyeran su perfil.

Desde marzo del 2001, sus socios lo han tenido que soportar como secretario general de la federación, unos galones que al expresident Jordi Pujol no le quedó más remedio que concederle para evitar que su coalición saltara por los aires. Esta es la explicación: cuando era diputado en el Parlament, a finales de 1999, Duran fue nombrado conseller de Governació i Relacions Institucionals. Sin embargo, solo duró 14 meses en esa tarea gubernamental -la de mayor calado que ha ejercido nunca- porque Artur Mas fue ascendido a conseller en cap y, por tanto, a delfín de Pujol, algo que no agradó en absoluto al dirigente democristiano, que vio cómo se iban al traste sus esperanzas de liderar CiU. Dimitió a los 19 días de ser ungido Mas y CDC intentó taponar el boquete dándole el número dos en la federación.

El gran urdidor

Frenada su carrera en Catalunya, el líder de Unió se centró en el Congreso. Había tenido acta de diputado entre 1982 y 1993 y la recuperó en el 2004 para mantenerla hasta la actualidad. Ahora ejerce de portavoz de CiU en la Cámara baja y de presidente de la comisión de Exteriores. Ha sido allí, en las Cortes, donde ha demostrado su capacidad para urdir acuerdos para los nacionalistas y erigirse en la voz de lobis empresariales. Sus relaciones con los gobiernos del PP y el PSOE le depararon mucha popularidad -era uno de los políticos más valorados por los españoles hasta que se aceleró el proceso soberanista que tanto le incomoda-, pero también dardos envenenados de sus socios, que le afeaban sus ansias de ser ministro.

Ha tocado casi todos los palos de la política -teniente de alcalde en Lleida de 1979 a 1980) y eurodiputado de 1986 a 1987- y no ha rehuido ni polémicas sobre temas diversos (desde la homosexualidad hasta el aborto) ni los choques con compañeros de profesión. Hubo quienes, por ejemplo, le acusaron de atizar el fuego entre Pujol y Miquel Roca para que este último se alejara de CDC. Tampoco ha hecho grandes esfuerzos en ocultar su poco fluida relación con Mas y su animadversión hacia Oriol Pujol. «Si un día fuera imputado, que seguro que no pasará, dimitiría», espetó a pocos días de que implicaran en el caso ITV al hijo del expresident.

Lo que no hizo Duran fue dejar el cargo, como prometió en el 2000, después de que en el 2013 se condenara a Unió por financiación irregular en el caso Pallerols. ¿Dejar la política para volver a ser profesor de Derecho? «¿De qué viviría? Los profesores no ganan suficiente», dijo en octubre pasado. Por ahora, en Madrid, seguirá viviendo en una suite del Hotel Palace.