PASADO Y PRESENTE DE LA TRANSGRESIÓN

Vida no tan privada

En el límite de la sordidez está la Barcelona de los bajos fondos, que como otras ciudades portuarias viven el sexo a pie de calle

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JORDI PUNTÍ / BARCELONA

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Barcelona va caliente. Esto es así, y no lo digo por la parejita que la otra noche decidió refocilarse como si cantaran el brindis de 'La Traviata', a pelo, en la parada del metro de Liceu, sino por los miles de personas que luego los vieron en vídeo y comentaron la jugada. Las imágenes grabadas con un móvil se veían borrosas y de lejos, y aun así todos caímos como moscas.

Es posible que los dos saltimbanquis no fuesen ni de aquí, sino turistas en celo que vivían su particular sueño barcelonés, pero lo que nos atraía no era el sexo en sí, sino la animalidad, la ausencia de pudor que les llevaba a comportarse como si, de hecho, ya estuvieran en su piso de Airbnb. Era el típico 'aquí te pillo, aquí te matoque todos hemos escuchado en noches de fanfarronería, solo que ante nuestros ojos, sin codificar. Era la fantasía sexual transformada en realidad cutre.

Me pregunto de dónde viene esta atracción de 'voyeurs'. La respuesta más obvia es que lo conlleva la propia ciudad, el trato diario de los que se saben anónimos. Es algo que viene de lejos. En el límite de la sordidez, está la Barcelona de los bajos fondos, que como muchas otras ciudades portuarias acostumbraba a vivir el sexo a pie de calle. Entre las prostitutas que fotografiaba Joan Colom y la mítica 'Guía secreta de Barcelona', que escribió Josep Maria Carandell (1974), se desplegaba un mundo de meublés, prostíbulos y cabarés que hoy han desaparecido, subiendo hacia otras zonas más profilácticas y burguesas de la ciudad, más de puertas adentro.

UNA CIUDAD QUE SE MAQUILLA Y SE EXHIBE

De todas formas, no creo que los jóvenes fogosos del Liceu sean la herencia de esa Barcelona oscura que tentaba a los aristócratas de 'Vida privada', de Josep Maria de Sagarra, sino que más bien representan el signo del presente. Los barceloneses nos hemos acostumbrado a vivir en una ciudad que se maquilla y se exhibe, donde el diseño está al servicio de la belleza y todo está pensado para mostrarlo en un escaparate. Hay una estética de la publicidad lúbrica, de la seducción a partir de los simulacros del lujo de un cuerpo sensual, y eso al final se nota.

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Así, hemos pasado de la realidad práctica de las 'gomas' y 'lavajes' del Chino a las prostitutas subsaharianas que recibían a sus clientes bajo los pórticos de la Boqueria, pero al mismo tiempo hemos ganado las pequeñas tiendas del Gótic que venden juguetes sexuales y picardías al lado de un puesto de helados italianos.

Es decir, ¿verdad que Barcelona es un plató para que los turistas se monten su historia? Pues a veces también se convierte en un plató para películas porno. Antes los mirones subían a la Rabassada a espiar coches aparcados, hoy quien quiera practicar el voyeurismo debe pasear a media noche por las playas de la Barceloneta, con ese aire de noche de Ibiza.

FICCIÓN Y NO-FICCIÓN

Hablando de películas, es probable que toda esta tendencia de la Barcelona como decorado para el sexo tenga su origen allá por el 2008. Al mismo tiempo que Woody Allen presentaba 'Vicky Christina Barcelona', ficción de erotismo urbano, o de urbanismo erótico, la productora de porno Private estrenaba Barcelona 'Sex Secrets'. El cartel no engañaba y sacaba todo el partido fálico de la Torre Agbar, inaugurada un año antes, y entre tiki y taca los protagonistas del film paseaban por el Born o el Poblenou.

En una terraza de la plaza de la Virreina, en Gràcia, dos actrices interpretaban este sutil diálogo. «Así, qué, ¿voy a cenar con él?», preguntaba una. «Bien, Sara, no puedes dejar pasar esta oportunidad», decía la otra. Un minuto más tarde comprobábamos que, efectivamente, Sara no la había dejado pasar.

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Esto sucedía en el 2008, pero el mundo del porno ha cambiado mucho en poco tiempo. Internet ha transformado las reglas del juego y, por así decirlo, de la ficción de los cuerpos elásticos hemos pasado a la no-ficción hiperrealista.

Ahora las actrices y los actores podrían ser nuestros vecinos y, de hecho, a veces lo son y no lo sabemos. Las videocámaras para filmar las vacaciones también filman sofás plegables de Ikea, salitas de estar, parques al atardecer. Así, el empresario y actor conocido como Torbe, 'el rey del porno español', detenido hace unos días por presunta filmación de menores, hizo la primera pela con una serie de vídeos llamados 'Pilladas en la calle'.

Se veían chicas que paseaban por la Rambla de Catalunya, frente a la Monumental o en el Port Olímpic y accedían a tener sexo con él en un hotel a cambio de una cantidad de dinero. Aunque, de hecho, eran actrices, aquellos vídeos buscaban la improvisación, como si eso estuviera pasando de verdad abajo en la calle. Cualquier día nos encontramos un equipo de filmación en el andén del metro, como si nada.