susto en barcelona

Una mañana de perros

CARLOS MÁRQUEZ DANIEL
BARCELONA

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«¿Perdone, ha visto usted un lobo por aquí?». El vecino esboza una sonrisa nerviosa. Calla unos segundos, mira a izquierda y derecha, delante y detrás, dice que ni rastro del animal y se entera de que una hembra ibérica se ha escapado del Zoo de Barcelona y los rumores la sitúan en el Born. Misma pregunta frente a la estación de França. Tampoco hay éxito. «Madre mía, ¿un lobo suelto? No hijo no, y le dejo que voy a perder el tren». Al rato, el bulo se desvanece: el cánido no ha salido de la Ciutadella y ya le han dado caza; o eso dice el ayuntamiento, cuya versión de los hechos está en las antípodas del relato que horas después aporta un representante de los trabajadores del parque.

El Zoo de Barcelona no había visto tanto periodista -medio centenar, a lo poco- desde que Copito de Nieve fue con Dios. Los centros de animales son noticia por la vía excepcional; por un oso panda que mordisquea a la Reina, un león que sufre depresión, un gorila que pinta acuarelas o, como es el caso, una fiera que burla la zona de seguridad. Dos lobas ibéricas, madre e hija para más señas, han saltado la valla que les separa del humano y han generado una situación de riesgo que ha cogido desprevenido al personal del parque y a los cerca de 900 visitantes y 17 grupos escolares que corretean por el recinto.

Según el director del zoo, Miquel Trepat, el alboroto causado por la llegada de un nuevo ejemplar de antílope africano a la jaula de al lado ha estresado a las lobas hasta tal punto que dos de ellas han saltado la valla electrificada de tres metros de altura, una acrobacia que un experto zoólogo consultado por este diario considera «completamente imposible». Según el responsable del complejo, que prometió mejorar la seguridad del cercado, uno de los animales ha sido reducido al poco de dar el brinco, mientras que el otro desaparecía «del campo visual» de los cuidadores. A partir de ese momento, los visitantes han sido trasladados a zonas seguras y 10 patrullas de la Guardia Urbana se han repartido por Ciutat Vella por si al animal le daba por conocer la ciudad emulando a los protagonistas de Madagascar. Poco más de una hora después, Penélope, la madre loba, aparece en las inmediaciones de su hogar, consiguen sedarla y la llevan a la clínica veterinaria. ¿Fin de la historia?

Jesús Cabana, presidente del comité de empresa del zoo, hace una crónica muy distinta. «Solo ha saltado la madre y la hemos cogido en un cuarto de hora. En un primer momento, como en su espacio solo veíamos tres ejemplares y la loba se movía muy deprisa, hemos pensado que habían huido dos, pero no, solo ha saltado una, la otra estaba durmiendo dentro del vallado», resume este empleado del parque, contradiciendo la versión oficial. En cualquier caso, todas las fuentes coinciden en que no ha habido «ningún riesgo» para los visitantes y que se trata de un animal que se siente «aterrorizado cuando no está en su entorno habitual».

Personal experto

Margarita y María, dos biólogas que estudian el comportamiento del león marino, explican que el personal de zoo les ha dado mucha seguridad «porque no parecían estar asustados». Las profesoras de la escuela Joan Maragall de Arenys de Mar han pasado un miedo muy desigual, pero coinciden en criticar que a sus 70 renacuajos de 5 años -de las clases de «gossos, gats y peixos», insisten ellasSEnD «los han movido de aquí para allá cuatro veces» antes de acabar en el delfinario, donde los cetáceos han tenido que emplearse a fondo con un espectáculo que se ha prolongado más de la cuenta para asegurar la cacería de la estresada Penélope.

Maite, tutora de la escuela Gra- nullarius de Granollers, dice en cambio que sus 50 niños de 4 y 5 años casi no se han enterado, que todo le parece «muy controlado» y que la visita está siendo «redonda». «Me da la sensación de que esta gente no ha hecho demasiados simulacros, aunque es cierto que los trabajadores se han comportado como si nada y eso te da mucha confianza», sostiene Lidia, una joven maestra que nunca pensó que atendería a dos radios, un periódico y una tele en cinco minutos.

En una mañana tan surrealista, solo falta la mujer del chiste, esa que un día perdió a su querido perro Mistetas. O eso decía.