Balance del relevo de poder en el Ayuntamiento de BCN

Trias, el alcalde equilibrista

Primera reunión de Xavier Trias y Alberto Fernández Díaz en el ayuntamiento, justo después de las elecciones municipales del 2011.

Primera reunión de Xavier Trias y Alberto Fernández Díaz en el ayuntamiento, justo después de las elecciones municipales del 2011.

CARLOS MÁRQUEZ DANIEL
BARCELONA

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Mucho puede extraerse de la noche electoral de aquel 22 de mayo del 2011 en la que Xavier Trias puso punto y final a 32 años de gobiernos socialistas en Barcelona. Expresó su intención de pilotar la ciudad «con todos», prometió ser «extremadamente leal y exigente con la Generalitat», señaló «la lucha contra la crisis» como principal objetivo y confesó el alivio que suponía dejar atrás «una travesía por el desierto» de ocho años. Han pasado casi 36 meses y la capital catalana goza de una buena salud económica. ¿También política?

Aquel festín se vivió, como suele hacer siempre CiU, en el Hotel Majestic, célebre por el pacto que Jordi Pujol selló en 1996 con el PP para que José María Aznar iniciara su primera legislatura. Casi 20 años después de aquel apretón de manos, conservadores y nacionalistas están más a la greña que nunca a causa del procés soberanista. Menos en Barcelona, donde Trias, haciendo bueno el dicho de qui paga, mana, ha podido driblar su minoría absoluta con constantes pases de gol de Alberto Fernández Díaz. Todo, mientras el PSC navegaba sin rumbo claro, ERC pagaba los flirteos con una coalición que no cuajó e ICV-EUiA se erigía en la kriptonita ideológica del alcalde.

En la política, como en muchos deportes, no se trata tanto de atacar con acierto como de esperar a que lleguen los errores ajenos. Así fue como Trias gestionó la consulta de la Diagonal, aunque no era muy complicado porque todo el mundo parecía predecir la tragedia menos la federación socialista de Barcelona. De aquel invento de participación ciudadana, CiU tuvo claro que, de ganar las elecciones, evitaría el conflicto y arriesgaría lo justo y necesario.

De ahí que el propio líder del PP hable de «continuidad pasmosa» y de una oposición  que ha actuado «con más responsabilidad que el propio alcalde». Fernández Díaz es el concejal de bancadas ajenas que más elogios ha cosechado por parte de Trias, en un guión que parece incluso pactado desde que suscribieran el primer acuerdo político, a finales del 2011, con la aprobación de los presupuestos del 2012. La conexión con el PP ha permitido no solo desencallar planes importantes, sino también reforzar el pretendido cambio de modelo, aislando al anterior bipartito, formado por PSC e ICV.

La modificación del plan de usos de Ciutat Vella, la marina de lujo del Port Vell, la ordenanza de terrazas, las inversiones del 2013 o la privatización de los 26 aparcamientos más rentables de la ciudad son algunos de los asuntos más relevantes que han salido de la entente CiU-PP. Con los socialistas, el otro grupo municipal con el que Trias consigue la mayoría, solo ha florecido un pacto, el plan de acción municipal 2012-2015, que apenas ha cristalizado y casi le cuesta el puesto en su momento a Jordi Martí, ya que el PSC le exigía el no a todo.

LA DEUDA DE MAS / ¿Y por qué nadie ha echado en cara a Trias su sintonía con el PP en momentos tan convulsos? Puede que en privado, quizás más en Convergència que en Unió, la relación con los conservadores siente como una patada en los bajos, pero teniendo en cuenta que la Generalitat, o sea, Artur Mas, le debe a la capital catalana más de 200 millones de euros, más vale dejarle hacer, so pena de que cierre el grifo.

Joaquim Forn, primer teniente de alcalde, está convencido de que el cambio prometido se ha producido. Evita ahondar en las relaciones con el PP, aunque defiende que se trata de una formación que tiene «un interlocutor claro con el que sabes cuándo las cosas son blancas o negras», mientras que con los socialistas, señala, ha sido difícil dialogar «porque nunca han tenido un liderazgo claro». «Hay que tener en cuenta que también hemos pactado mucho con ERC, que también ha mostrado voluntad de negociación», sostiene. Si se pregunta a su líder, Jordi Portabella, su opinión es que «el flirteo permanente con el PP desdibuja la acción de gobierno», y en cuanto a si se ha producido el ansiado cambio o no, responde que la novedad ha sido «dar entrada a los populares, cosa que nunca antes se había producido en Barcelona».

En el otro extremo identitario, Fernández Díaz echa en cara a Trias su «deriva independentista y el abdandono de los intereses de ciudad en beneficio de la Generalitat». Solo distingue el cambio prometido en aquello en lo que él es determinante. Parece que la voluntad de mantener el fortín barcelonés venda los ojos de CiU a la hora de pactar. Trias, el único líder que aprueba en los sondeos, reparte juego a derecha e izquierda, al frente separatista y al de la España rocosa. Suena contradictorio, pero total, al PSC no se le espera.