Sube como la espuma

INSTITUT CATALÀ DE LA CERVESA Producción en pleno Poble Sec.

INSTITUT CATALÀ DE LA CERVESA Producción en pleno Poble Sec.

PATRICIA CASTÁN / BARCELONA

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Es la rubia de moda. A años luz en ventas de la producción industrial, pero con un empuje y un aura saludable que invitan a pensar en un inminente crecimiento más acelerado. La cerveza artesana suma cinco años de firme expansión en Catalunya, con la particularidad de que muchos productores quieren despacharla directamente en barras propias en Barcelona. Los brewpubs, donde se elabora y vende, se abren paso aquí y allí, aunque el reinado lo ostentará desde hoy el Abirradero, que con 40 tiradores de artesana en pleno Poble Sec será el mayor negocio de este tipo de España. Y muy pronto se le sumará otro oasis cervecero en el Eixample.

El papel evangelizador de los pequeños elaboradores (que debutaron con la cerveza casera antes de dar el salto a la producción y venta), los bares y las tiendas especializadas ha sido clave. La gran barrera de esta bebida (compuesta de agua, malta, lúpulo y levadura, sin conservantes ni pasteurización) es el precio, ya que la caña suele costar a partir de 2,5 o 3 euros. Un importe que no puede rivalizar con la -ya menguante- ofensiva de las cervezas industriales a un euro. Por lo tanto, hay que enseñar al neófito a degustarla (el sabor es muy distinto y la presencia de gas -natural- muy inferior) y a apreciarla, conociendo sus rasgos. Es la razón por la que en muchos brewpubs y tiendas especializadas desplegan catas y talleres.

Cerveza Artesana HomeBrew ha sido una catapulta en el sector. Producen distintas variedades en un singular espacio de la calle de Vila i Vilà del Poble Sec, desde donde despliegan también investigación sobre los procesos y el desarrollo de maquinaria. Pero también han asesorado y equipado la creación de un centenar de microcervecerías (pequeñas fábricas) en toda la Península, incluyendo Barcelona. «Además de servirla, hay que dar el valor añadido de la explicación. Hay mucho que transmitir», defiende. Remata su proyecto el Abirradero que hoy estrenan (ver página 40). Pero no están solos. Les crecen los colegas de profesión y con hambre creativa.

En Sants, Toni y Marc Tàpies acaban de abrir La Gorda, un bar de producción propia pequeño pero con ocho tiradores y protagonismo de marcas catalanas. A 2,5, 3 o 3,5 euros la copa, y con tapas y bocatas, buscan abrirse paso en el barrio con mucha pedagogía. Cerca, Homo Sibaris lleva unos años haciendo lo propio, también con ocho grifos. Pero si de tirar cerveza se trata, el punto y aparte lo marcaron hace dos años en Bier Cab (Muntaner, 55), el bar de 30 tiradores por el que desfilan los adeptos ansiosos de nuevos matices y texturas, tanto locales como internacionales, y con su apuesta Naparbier elaborada en su fábrica de Pamplona. Sven Bosch, uno de sus instigadores, señala que el éxito les ha llevado a abrir una tienda al lado, «para no romper la cadena del frío», y el próximo febrero inaugurarán (en Diputació con Aribau) Napar BCN,un macroespacio de 500 metros cuadrados donde tirarán su oro recién elaborado desde 12 tiradores (con marcas invitadas) y los platos del chef Miquel Aldana acompañarán la experiencia. En la zona también es novedad la británica Brewdog, que ha llevado la marca a Casanova, 69.

Céntricas

Como el fenómeno es global en la ciudad, no es de extrañar que Ciutat Vella aglutine barras. Entre las últimas, Blacklab (Pau Vila, 1), con una veintena de tiradores y un obrador donde elaboran una experimental al mes, que se suma a su oferta regular. Y que también se lleva a casa en formato de litro. En volumen, no obstante, pocos alcanzan al Vaso de Oro, donde Gabriel Fort -tercera generación de este referente en cervezas y tapas- dio hace ocho años el salto de la cerveza convencional (el 99% de mercado) a la crafted, un término («manipulación fina») que prefiere a artesanal. «Es un movimiento mundial, cada cervecero aporta su creatividad», valora. Su marca, Fort, despliega desde la fábrica de L'Hospitalet más de 120.000 litros anuales, tanto en la versión más comercial lager (más ligera y refrescante) como ale (de fermentación media y más intensa) que no solo han cautivado al cliente de siempre sino a las nuevas generaciones.