Recobrar la calma del hogar

Albert Terol tenía claro el origen del cambio de actitud de su hija Carla, pero admitía su impotencia para hallar una solución que permitiera reconducir la rebeldía de esta joven de 17 años. "En unos pocos meses murieron su abuela y su tía preferidas y ella se hundió. Siempre fue rebelde, pero entonces parecía como si se hubiera mentalizado para vivirlo todo a plena intensidad, sin respetar normas ni la opinión de nadie", reflexiona este pratense de 50 años. Carla comenzó a marcar sus propias reglas de convivencia, tratando de imponer salidas a la discoteca sin aceptar una hora prevista de llegada. Y ante la oposición paterna, sublevación filial con una virulencia desconocida hasta entonces.

Llegó un punto en el que la impotencia era tal que los mismos padres llamaban a la Policia Local, incapaces de calmar la ira de la adolescente. "Un familiar decía que parecía un caso del programa 'Hermano mayor'", recuerda Albert. La presencia policial en casa de los Terol se hizo más habitual de lo deseable también por reacciones lejos del hogar que incluso le han valido a Carla pequeños problemas con la justicia. Llegados a ese punto, y aconsejados por unos amigos, Albert y su mujer se encomendaron al servicio de mediación de El Prat. 

"Por fin pudimos mantener discrepancias sin gritos, sin faltas de respeto, sin insultos y peleas con los padres ni entre hermanas. Yo mismo me he pegado una panzada de llorar aquí porque necesitaba sacar fuera tanta tensión", recuerda. El equipo de Xavier Jiménez apaciguó los ánimos, consensuó unas reglas elementales que aliviaran la convivencia y, ante la compeljidad del caso, derivó a la familia a los servicios psicológicos para que diagnostiquen y encaucen el problema de conducta de Carla y orienten a sus padres sobre la mejor forma de actuar para recuperar la paz en el hogar.