Evolución demográfica en la capital catalana

Romper la barrera del idioma

Chino y catalán dibujan las dos realidades de un barrio

Cartel de los comerciantes.

Cartel de los comerciantes.

P. C.
BARCELONA

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Si una primera barrera pueda dificultar la integración esa es la verbal. A finales de los 90 era difícil entenderse en muchos de los comercios de las calles de Trafalgar y la ronda de Sant Pere. Una década después, la generación más joven de comerciantes y sus hijos escolarizados facilitan que funcione esa bisagra oral. Por si las moscas, los carteles que invitan a los empresarios a asociarse en Fort Pienc se editan en catalán y en chino. Y también los formularios para que sepan qué se cuece en los planes de dinamización.

Pero la iniciativa particular siempre va por delante. Como la de Alejandro, que hace poco más de un año montó una autoescuela del mismo nombre (Nàpols, 98) enfocada a los recién llegados, que son el 90% de sus alumnos, encantados con la tarifa plana de aprendizaje. Tiene una profesora china de teórica, y otros que imparten también prácticas y se defienden en chino, después de años en contacto con esta nacionalidad.«Aprenden bastante rápido»,explica. También se habla chino y catalán en el fusionado bufete de servicios legales Instructa, en Alí Bei, que presta servicio a las dos comunidades y, por tanto, a los negocios que puedan surgir entre ambas.

Otro negocio, el restaurante Chen Ji (Alí Bei, 65), chinísimo en carta y precios, es un fenómeno en la zona, siempre lleno de orientales (que también se dejan ver ya por las terrazas tras su jornada) y de catalanes con buen apetito. La comida se impuso antes que las traducciones.