a pie de calle

En La Rodilla de la Mujer Muerta

Tumba de la azafata de vuelo de 18 años Maribel Sastre, en el cementerio de Montjuïc, ayer.

Tumba de la azafata de vuelo de 18 años Maribel Sastre, en el cementerio de Montjuïc, ayer.

EDWIN WINKELS

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Han adecentado su entorno, han eliminado los hierbajos y arbustos que la acosaban ya desde hace años y que, de frente, casi la hacían invisible. La descubrí justo hace cinco años, por Todos los Santos también, y primero me captó el busto inusual, atípico que se erige sobre la tumba, no el típico ángel u otra figura religiosa, ni tampoco una reproducción a cuerpo entero de alguno de los patriarcas gitanos que abundan en el cementerio de Montjuïc, sino la figura de una mujer jovencísima, ataviada con una gorrita de azafata de otros tiempos.

Y luego el texto, un manuscrito bastante largo sobre la lápida: «Volar fue tu deseo, y volaste tan alto, tan alto que desapareciste. Entre los céfiros de la gloria tus nuevos compañeros de vuelo serán ángeles como tú. Te vas y dejas en la tierra una inmensa laguna de lágrimas. El cuerpo dolorido que nos dejaste grabado en nuestros corazones, un recuerdo de tu ternura, tu belleza, tu gracia y tu juventud que no se borrará jamás. Ven con tu nave de besos y sonrisas y llévanos pronto junto a ti».

Maribel Sastrefalleció a los 18 años el 4 de diciembre de 1958, cuando un avión de la hoy desaparecida compañía Aviaco que cubría el trayecto Vigo-Madrid se estrelló durante un temporal de nieve en la sierra de Guadarrama, en la provincia de Segovia. Dos días después de desa-parecer de los radares se encontraron los restos del aparato. A su lado, encima de una piedra, estaba Maribel, sentada, inmóvil, congelada. Había sobrevivido al accidente, pero no a las temperaturas bajísimas en una montaña que se llama La Rodilla de la Mujer Muerta.

Ya escribí sobre ella en este diario, pero después de publicar la larga historia de esta joven azafata barcelonesa, cuya madre vivió hasta el 2004, cuando falleció en el piso de siempre de la familia, situado en el cruce de las calles de Bailén y de Casp, me explicaron algunas otras cosas que reflejan el intenso dolor que ocasiona la muerte de una hija. Hija única, además.

En aquel piso del Eixample, sus padres,José SastreyAna Bernal, dejaron siempre totalmente intacta la habitación de la niña que quiso volar. En numerosos álbumes guardaron todas las fotografías de ella, trabajando, y los recortes de prensa del accidente, en el que murieron otras 20 personas. Y cuando un amigo de la infancia, de los veranos que pasaban en la colonia La Floresta Pearson, preguntaba años después porMaribel, el padre le contestaba que la chica estaba bien.

Ojos y flores

3 La deMaribel Sastrees una de las miles de historias que esconde el cementerio de Montjuïc, con más de 150.000 tumbas, panteones y nichos. Siempre que un forastero viene a visitar Barcelona, le aconsejo pasarse por esta necrópolis, una de las más imponentes del mundo, con sus desniveles, sus miles de escalones, los coches y hasta un autobús circulando por sus viales.

Desde hace años, Serveis Funeraris de Barcelona edita un mapa del cementerio con dos rutas. Una es para seguir las tumbas de los muertos que son más o menos ilustres. La otra, para contemplar las que tienen un valor artístico. Pero hay muchas otras sepulturas que también podrían incluirse en ese mapa, aunque entre lágrimas y nostalgia, entre tristeza y buenos recuerdos, en los cementerios la mayoría de los visitantes únicamente suele tener ojos y flores para los suyos.