PUESTA EN MARCHA DE UNA nueva regulación EN UN ESPACIO PÚBLICO singular

El parque Güell supera casi sin incidentes el primer día de pago

Un visitante muestra su acreditación para entrar al parque Güell en los nuevos puntos de acceso.

Un visitante muestra su acreditación para entrar al parque Güell en los nuevos puntos de acceso.

HELENA LÓPEZ
BARCELONA

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Casimir Horta tiene 87 años y es vecino de Gràcia de toda la vida. «De la Travessera», se presenta. Ayer por la mañana daba vueltas por el parque Güell, observando los cambios. Las nuevas taquillas, las de la entrada por el aparcamiento de autobuses de la carretera del Carmel todavía sin acabar. Quería informarse del nuevo funcionamiento, «ya que nadie nos ha mandado ni una carta», criticaba. «No voy a entrar ahora, lo tengo más que visto, pero me parece injusto que se hagan distinciones entre los vecinos de Gràcia. El parque Güell siempre ha sido de Gràcia», cuenta Casimir, quien todavía no ha ido a la OAC de la plaza de Sant Miquel a registrarse, el único lugar en el que los barceloneses que no vivan en los barrios colindantes al parque pueden apuntarse para acceder de forma gratuita, siempre que el registro se realice al menos una semana antes de la visita.

La primera jornada de cobro en el parque Güell trascurrió ayer de forma tranquila, adjetivo muy poco habitual para referirse al lugar en los últimos años. Tranquilo, porque no hubo incidentes -salvo un par de pintadas contra el cierre que fueron borradas de forma fulminante y el destrozo de dispensadores automáticos en las estaciones de metro de Vallcarca y Lesseps- y, sobre todo, porque, por primera vez en años, era posible ver el dragón sin ningún poco pudoroso turista cabalgando sobre la escultura. ¡E incluso tomarse una foto casi en solitario con él!

¿VASOS COMUNICANTES? /La disminución de visitantes en la zona monumental -lugar al que para acceder desde ayer hay que pagar hasta ocho euros, salvo en las citadas excepciones- coincidía, todavía es muy pronto para saber si por casualidad o no, con el aumento de turistas en otras zonas del parque. En la parte alta del espacio se concentraron ayer los músicos y vendedores ambulantes expulsados de la zona de pago, y algunos turistas a los que los ocho euros de la entrada les parecían un precio excesivo. De hecho, las cintas que cierran el espacio -de un azul intenso un tanto agresivo con el paisaje- permiten al turista tomar las fotografías de rigor desde fuera del parque, sin necesidad de pagar. El bar sobre la plaza de la Natura -que ayer también presentaba un aspecto insólito, en la que uno podía moverse por ella sin tener que andar a empujones- queda fuera de la zona cerrada, así que cualquier turista puede sentarse a tomar una sangría a 15 euros con vistas a la majestuosa plaza de Gaudí y al fotogénico skyline de la ciudad, con el mar de fondo, sin tener que pasar por caja.

Además de numerosos vecinos curiosos como Casimir -con los que los nuevos trabajadores del parque (60, según B:SM) se mostraron ayer flexibles y les dejaron entrar pese a no estar acreditados, advirtiéndoles de que fueran a inscribirse a la OAC de Sant Miquel- también subieron ayer al parque los portavoces de la Plataforma Defensem el Park Güell para aprovechar el interés mediático que provocó el primer día de pago y difundir su mensaje: que el cierre supone una privatización del espacio público en toda regla y que el ayuntamiento no ha sido transparente durante el largo proceso de gestión del mismo. Aprovecharon también los portavoces de la plataforma para convocar a todos a la concentración que organizan hoy frente al parque para mostrar su desacuerdo con la operación.

En cuanto a las actividades irregulares -principalmente venta ambulante y estatuas humanas-, uno de los argumentos dados por el municipio para defender la necesidad del cierre, ayer se dispersaron por los alrededores del parque. En la calle de Larrard -la que sube al parque desde la Travessera de Dalt- había el mediodía de ayer tres estatuas humanas y otros tantos manteros buscando su sitio.

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