gastronomía. ESPECIALIDAD ASEQUIBLE

Para adictos a las croquetas

Buscando un sello que lo distinguiese del anonimato, un restaurante de BCN se ha especializado en croquetas. El Cruixent es una tentación asequible junto al floreciente Paral·lel

Jordi, con un 'mix' de croquetas, e imagen del local.

Jordi, con un 'mix' de croquetas, e imagen del local.

PATRICIA CASTÁN
BARCELONA

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Ilove croquetas. Así lo anuncia con grandes letras la entrada del restaurante. Toda una declaración de intenciones que logra poner en solfa las glándulas salivares del que llegue con hambre. El nombre del local hace el resto, preparando todos los sentidos: Cruixent. Y cuando el plato llega a la mesa la gula ya se ha desatado antes del echar el diente a ese bocado tan menudo pero tan adictivo como es la croqueta.

Punto esencial: en el restaurante de la calle de Floridablanca la croqueta rompe una rancia teoría. «Mucha gente prepara croquetas con sobras, cuando tiene restos de comida. Nosotros compramos productos de primera para hacer cada croqueta», explica Jordi López Vila, chef pero también propietario de este original y sabroso negocio, junto a Andrea Guerra. El joven empresario ha dado un giro a su cocina al descubrir el éxito de sus croquetas y ahora estrena una tentadora carta .

Optó por la especialización y el estudio casi obsesivo de este pequeño manjar, lleno de secretos. Nada puede dejarse al azar, ni la combinación del contenido -para que el sabor ni se diluya ni dispare- ni el rebozado, ni la elaboración al momento para evitar texturas improcedentes.

Su carta cuenta con 10 tipos fijos de croquetas saladas: de morcilla de burgos, chistorra esparragada con cebolla, jamón ibérico, bacalao desmigado con ajetes, foie y cebolla caramelizada, gamba roja, espinacas y gorgonzola, calabaza y queso de cabra, ceps frescos y pollo rustido a fuego lento. A las que se agregan las especiales de la semana, que alcanzan sabores inimaginables en tan concentrado continente, más otros tres tipos para postre (dulce de leche, chocolate blanco y negro).

El cliente las puede consumir individualmente (de 1 a 1,80 euros) o en ración variada de seis unidades por 7,5 euros.

Más allá de esta monodosis protagonista, el local despacha poderosas ensaladas, tapas (como la brocheta de Nebraska) y todo un repertorio de huevos, entre los que destacan el Ou Cruixent, cuya yema se trata por separado y se remata con aceite de trufa. Hay menú degustación de tapas con vino por 20 euros