PRUEBA DE DESTREZA

El orgullo de ser tranviario

El equipo de la pequeña ciudad madrileña de Parla gana el Tercer Campeonato Internacional de Conductores de Tranvía celebrado en BCN

El equipo de Viena en el momento de afrontar la prueba de los bolos, ayer, en la estación del Tram de Ciutadella Vila Olímpica.

El equipo de Viena en el momento de afrontar la prueba de los bolos, ayer, en la estación del Tram de Ciutadella Vila Olímpica.

MAURICIO BERNAL
BARCELONA

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Buenos días, nos encontramos junto a la puerta del zoo, en la calle de Wellington, en la estación del Tram de Ciutadella Vila Olímpica, donde acaba de empezar el Tercer Campeonato Internacional de Conductores de Tranvía. Suena redundante, pero hay conductores de tranvía por todas partes. Elegantes, camaradas. Hablemos con los rumanos, que acaban de terminar la primera prueba. ¿Su nombre? «Sí. Ioan Muresan». Es el jefe de la delegación rumana. Cuéntenos. Cómo ha ido. «Bueno, qué quiere que le diga. Es otoño. Hay muchas hojas sobre los raíles y así es difícil conducir. Los primeros vamos a limpiar los raíles y a partir del cuarto ya verá, todo va a ser más fácil».

Sí, parece que los rumanos no vienen solo a conocer la ciudad. Son la delegación más nutrida, la más entusiasta y hay rumores de que la que se lo toma más en serio. ¡Señor Hohnstein! ¡Un momento, señor Hohnstein! Hohnstein es uno de los dos conductores de la delegación vienesa. Martin Hohnstein. Él y su compañero, Bernhard Seiferd, llevan un alfiler de corbata con diseño de tranvía ideal para la ocasión. En fin, señor Hohnstein, ¿les cuesta adaptarse a esta máquina? «Un poco, sí. Lo que más cuesta es la frenada. Cada máquina es distinta. Esto es un Alstom y yo trabajo con una Siemens, para empezar. No sé, por ejemplo: hay una prueba en la que ponen una marca en el suelo y ahí debe quedar la segunda puerta. Pero claro, ¡yo estoy acostumbrado a otra distancia entre la cabina y la segunda puerta!»

Gracias, señor Hohnstein. Hasta luego. Veamos. Hay 18 delegaciones, entre extranjeras y locales. Ahí están los alemanes, fáciles de ubicar porque el hombre es alto y lleva un sombrero de Tirol. Aquí, de gris, la delegación sueca, siempre de buen humor. Los franceses de París y los franceses de Lyon. Eh. Los franceses de Lyon. Jacky Paya, pone la acreditación de este señor. ¿Nos permite un momento? «Claro». Bien. Díganos: ¿Cómo escogen a los que vienen a competir? ¿Son ustedes los mejores conductores de tranvía de Lyon? «Bueno, no sé los otros, pero en la empresa de tranvías de Lyon hay un concurso interno, con las mismas pruebas que aquí. Todas salvo la de los bolos». Por aquí pasan los de Rotterdam. Y hay húngaros, también. De España han venido cinco delegaciones: Tenerife, Murcia, Bilbao, Parla y Madrid. Aparte del equipo local, naturalmente.

DESTREZA Y FINURA

Sí. Vamos a explicar. Para que todos entiendan. El primer campeonato fue en Dresde. Luego se hizo en Budapest. Ahora se hace aquí por los 10 años del Tram. Hay seis pruebas en total para probar la habilidad, más que la habilidad la finura, la destreza de estos conductores. La que consiste en dejar la puerta en una marca determinada, por ejemplo. La que consiste en poner una diana al lado de las vías y pasar lo más cerca posible. ¡Señor Bestit! El señor Joaquim Bestit, gerente de Tram Operadora. Buenos días, señor Bestit. «Buenos días». Háblenos de las pruebas. «Sí, la primera prueba por ejemplo consiste en ir a una velocidad constante, 30 kilómetros por hora pero con el velocímetro tapado, solo por intuición. Luego hay una prueba marcha atrás, que es raro porque un tranvía nunca va marcha atrás: como son dos por equipo, uno conduce y el otro desde atrás le da indicaciones». Y los bolos. Los famosos bolos. «Los bolos es darle a la pelota y tumbarlos. Pero aquí es más cuestión de controlar la fuerza del tren. Para ellos es raro porque nunca buscan el golpe, al contrario».

Y ya esto se está acabando. Y parece que va a haber sorpresa, que no va a ganar una ciudad con cientos de kilómetros de red de tranvías. Va a ganar Parla. Parece. La pequeña ciudad al lado de Madrid que tiene 8,3 kilómetros de vías. Un pequeño. Y sí. Ganan. Tienen 20 veces menos kilómetros de raíles que Berlín pero sus conductores deben ser algo así como, para la finura, superdotados. Hasta pronto.