El nuevo urbanismo metropolitano se protege de los vaivenes políticos

Continuo urbano metropolitano en el tramo final del río Besòs, donde confluyen los términos municipales de Barcelona, Sant Adrià de Besòs y Santa Coloma de Gramenet, el pasado febrero.

Continuo urbano metropolitano en el tramo final del río Besòs, donde confluyen los términos municipales de Barcelona, Sant Adrià de Besòs y Santa Coloma de Gramenet, el pasado febrero.

RAMON COMORERA / BARCELONA

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El largo y masivo proceso de agitación intelectual -siete jornadas de trabajo y debate desde diciembre del 2013 con cientos de participantes- y la búsqueda y recopilación exhaustiva de información que impulsa el Área Metropolitana de Barcelona (AMB) para sustituir el plan general (PGM) de 1976 creará unos cimientos teóricos de consenso que estarán a cubierto de los vaivenes políticos. Josep Maria Carreras, responsable del ámbito urbanístico de la institución, sostiene que esta labor de establecer una base de conocimiento para «tomar decisiones basadas en la realidad» es una cuestión «imprescindible sea cual sea el futuro que venga». En el oasis de la insólita coalición (CiU, PSC, ICV-EUiA y ERC) que gobierna el AMB e impulsa este proceso se considera que lo único que se puede aplicar de forma distinta son las prioridades o su intensidad. «Me extrañaría que salieran nuevos temas. Los cambios políticos no veo que vayan a ser un problema», afirma Carreras.

La redacción del nuevo plan director urbanístico (PDU), instrumento de planificación que prevé la ley catalana y la de la propia AMB, es una tarea a largo plazo. El gerente del área, Ramon Torra, estima que «la aprobación inicial se podría hacer en cuatro años y la definitiva, en ocho». Ese reloj se pondrá en marcha definitivamente a finales del 2015 cuando una vez constituidos los equipos de gobierno de los nuevos ayuntamientos y de la propia AMB, que surge en segunda instancia y por elección indirecta de ellos, empiece la redacción técnica del PDU.

EXPOSICIÓN A DOMICILIO / Tantos años, sin embargo, pueden parecen demasiados. Torra reconoce que «la normativa y la práctica actuales tal vez convierten cualquier tramitación territorial en algo complicado en exceso». Aduce, no obstante, que se trata de un proceso complejo pues afecta a 36 municipios y a una población de 3,2 millones de personas. La elaboración del PGM tardó lo mismo (1968-1976), aunque fue en un contexto sociopolítico del todo distinto. En cualquier caso, añade, «generar consensos siempre exige tiempo».

La sexta sesión de trabajo, celebrada en marzo en el Disseny Hub, junto a la macroexposición, amena y sesuda a la vez, Metròpolis Barcelona, abierta allí sobre el presente y futuro urbanístico del área, será la penúltima de las siete previstas por el equipo del coordinador técnico del PDU, Joan Busquets, arquitecto, impulsor del nuevo urbanismo barcelonés en los 80 y 90 y hoy catedrático de Harvard. El ciclo se cerrará el 22 de abril con otra gran cita de expertos.

La exposición dejará tres días más tarde el Museu del Disseny y, en formato compacto, empezará a visitar los municipios. Después vendrá la intervención de los ayuntamientos y los procesos de participación definidos por la normativa. Cuando a final de año comience la redacción del PDU, se hará con «criterios políticos claros», asegura Torra.

En ese penúltimo encuentro de técnicos se analizaron ocho grandes proyectos desarrollados en los últimos años con éxito en el marco del PGM. El objetivo es revisar a partir de ellos paradigmas del urbanismo barcelonés y ver «cómo se ha hecho la ciudad genérica, la más cercana a las personas», manifiesta Busquets.

Estos ocho planes modélicos elegidos para estudiar la nueva pauta son: frente marítimo de Barcelona; plaza de Europa y Fira de L'Hospitalet; Diagonal, campus audiovisual y distrito 22@; parque central de Sant Cugat del Vallès; riera de Sant Climent de Viladecans; río Besòs y riberas metropolitanas; rambla Pallaresa y Can Zam en Santa Coloma, y avenida del Tramvia en Cornellà.

El PDU será un «plan de transformación, que combinará eficacia normativa y flexibilidad, antes que uno de urbanización; ahora hay que ver cómo se llena ese 20% de suelo urbano interior de la ciudad que está libre, vacío en parte por la crisis», dice Busquets. «No es cierto que Barcelona esté agotada. Podrán cambiar las fuerzas políticas, pero no la agenda transversal, democrática, sostenible, que se redefine a partir de la experiencia de estos 40 años de PGM», concluye.