MISTERIOSA CONTAMINACIÓN ODORÍFERA

El mal olor vuelve atenuado sin que la Generalitat logre localizar el origen

Panorámica aérea de la Zona Franca y, al fondo, del Parc Agrari del Llobregat.

Panorámica aérea de la Zona Franca y, al fondo, del Parc Agrari del Llobregat.

ANTONIO MADRIDEJOS / VÍCTOR VARGAS / BARCELONA

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El desagradable olor que se apoderó de Barcelonadesagradable olor durante la tarde del miércoles y otros municipios del área metropolitana regresó ayer casi a la misma hora, aunque ciertamente mucho menos intenso, sin que la Administración haya sido capaz todavía de determinar su origen exacto.

Todo indica que el pestilente aroma procede de la comarca del Baix Llobregat, posiblemente del Parc Agrari de El Prat o de zonas próximas, pero los técnicos del Departament d'Agricultura de la Generalitat que por la mañana se desplazaron a la zona descartaron que el origen se sitúe, tal como se había informado la víspera, en una finca agraria cercana a la autovía de Castelldefels. Tampoco los especialistas del Departament de Territori y del Área Metropolitana de Barcelona (AMB) observaron la más mínima anomalía en las grandes infraestructuras de la zona susceptibles de generar olores, como las plantas de tratamiento de residuos, la planta de regasificación o la depuradora del Llobregat, entre otras.

Cuando los técnicos del Departament d'Agricultura visitaron la finca motivo de la discordia, un terreno de tres hectáreas donde se cultivan cereales, observaron que efectivamente se habían aplicado fertilizantes orgánicos (frente a los más habituales fertilizantes químicos, que son inodoros), pero se habían aplicado «de manera correcta». Ayer, como explicaron los especialistas, el estiércol se estaba removiendo para ser incorporado al suelo, «una práctica habitual y totalmente recomendable en estos casos». Es durante estos movimientos, que se realizan con un tractor, cuando el estiércol suele desprender más olor.

DEMASIADA DISTANCIA

Los técnicos de Agricultura consideran que la aplicación de fertilizantes no pudo ser el origen del pestilente perfume que se percibió en gran parte del área metropolitana, en muchos casos a más de 10 kilómetros de distancia. «No puede ser que la aplicación de abono en un campo de estas dimensiones pueda ocasionar unas molestias tan lejos», comenta Jordi Gòdia, subdirector de Agricultura. Le secunda Raimon Roda, gerente del consorcio del Parc Agrari del Baix Llobregat, que apela a las dimensiones del entorno natural -«unas 3.500 hectáreas, de las que unas 2.000 son de cultivo agrícola»- para evidenciar el cuestionable potencial de una propiedad que «apenas alcanza las tres hectáreas».

Lo que sí parece claro es que el origen del foco se sitúa al sur de Barcelona. Al igual que el miércoles, el olor -nuevamente con reminiscencias escatológicas- se percibió en la ciudad cuando los vientos empezaron a soplar del sudoeste (garbí o lebeche), a partir de mediodía. Protecció Civil informó de que se habían recibido una decena de llamadas desde Barcelona, L'Hospitalet y Esplugues.

Gòdia reconoce no tener una alternativa que explique el origen del olor, pero se muestra convencido de que «no han sido los fertilizantes» de la finca. Estos productos orgánicos se emplean profusamente y desde hace años sin que jamás haya habido un problema de estas dimensiones, añade. Molestias locales, sí, pero nada importante.

La aplicación de fertilizantes orgánicos, prosigue Agricultura, «es una práctica necesaria y recomendable para mantener la fertilidad de los suelos, el contenido de materia orgánica, mejorar la estructura del suelo y devolver los nutrientes exportados con los cultivos».

PRODUCCIÓN INTENSIVA

Emplear fertilizantes orgánicos es una alternativa sostenible para mantener la riqueza de los suelos sin tener que recurrir a productos químicos, concluye Agricultura. Lluís Parés, representante de Unió de Pagesos en la comarca, también incide en la idoneidad de apostar por compuestos naturales como el que emplea el agricultor de El Prat, «al reciclar y mejorar la estructura del terreno con un componente que encaja perfectamente en la tierra ya que es totalmente natural». Lo habitual es recurrir a este tipo de fertilizante entre dos y cuatro años, según el estado del terreno y el tipo de cultivo.

Pero claro, también hay un reverso de la moneda. «Es normal que huela porque la base es orgánica, natural. Además, no siempre es el más utilizado, porque el fertilizante químico resulta más fácil de transportar y, por tanto, acaba siendo más económico», destaca Parés.