CUIDADO DEL LITORAL BARCELONÉS

Limpieza de espigones con mensaje

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CARLOS MÁRQUEZ DANIEL / BARCELONA

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Pol pregunta la hora y calcula con rapidez. Si son las once y media y esto durará una hora, a las 12.30 se darán un baño y a la una comerán. Hace ademán de sumar mentalmente, mueve la cabeza y los labios. Luego sigue con lo suyo. Se nota que la planificación le da seguridad. Este adolescente forma parte de la patrulla de limpieza que el pasado martes tuvo a bien pasarle el paño a uno de los espigones de la playa de Llevant de Barcelona, una tarea que llevan a cabo voluntarios (aunque parezca mentira) desde hace 10 años y que en esta ocasión ha contado, por primera vez, con la ayuda de estudiantes. Alumnos de una escuela de educación especial, la Fàsia de Sarrià. Pol es uno de los chavales, y es autista.

Israel Bastida es el agente de la Guardia Urbana que está detrás de la limpieza del litoral barcelonés, tanto la submarina como la terrestre. Este año está especialmente contento con la presencia de esta treintena de jóvenes de entre 13 y 18 años que escuchan con atención sus indicaciones. Forman grupos de entre cuatro y cinco personas y se reparten los guantes de látex, las bolsas y las pinzas para hurgar entre las rocas del espigón. Este es un reportaje sobre suciedad en el mar. Pero también una breve inmersión en el a veces desconocido mundo del trastorno psicológico.

EDUCACIÓN "VIVENCIAL"

Fran Gràcia es el profesor que, junto con dos compañeras de la escuela, impulsó esta actividad que este año se enmarca dentro de la iniciativa europea ‘Let’s clean up Europe!’ que aquí coordina la Agència de Residus de Catalunya. Al principio les dijeron que no era factible porque no había suficiente material, un problema que el agente Bastida arregló enseguida.

Abi Portell, otra de las educadoras de esta escuela concertada, explica que el tipo de alumnos requiere una “educación mucho más vivencial”, aunque insiste, como también lo hace Fran, en que estos jóvenes se toman este tipo de actividades de la misma manera que lo haría cualquier otro chaval de su edad. Con alguna peculiaridad, como la necesidad de algunos de ellos de tenerlo todo bajo control. Por lo demás, lo mismo de siempre: el que intenta escaquearse, el bromista, el que se saca la camiseta, el quejica, el entregado, el líder...

Bastida admitirá después que no le habían informado de que se trataba de un centro de educación especial. Lo dice con algo de vergüenza, porque, sostiene, quizás se habría preparado algo mejor la presentación. Pero luego se da cuenta de que los alumnos, tengan el problema que tengan, trabajan a destajo y siguen las instrucciones sin ningún inconveniente. “Su actitud ha sido buenísima”, resume el agente, que en estos 10 años ha contado con el apoyo, a todos los niveles, del Club Esportiu de la Guardia Urbana.

NIÑOS, NO SETAS

Mientras los chicos se esmeran entre las rocas, Fran invita a incluir una reflexión. “Fíjate, están sacando basura del espigón con absoluta normalidad. Es necesario un lavado de cara a la educación especial, porque tengo la sensación de que no interesa la integración. Me lo demuestra el hecho de que las aulas estén tan masificadas, clases en las que si hay un alumno con algún problema se convierte en una seta. Seguimos en la edad de piedra en materia de educación, hay que invertir mucho más, que las clases no pasen de 15 alumnos para que los niños con trastornos psicológicos puedan integrarse”.

Al final de la mañana, la escuela Fàsia ha recogido unos 60 kilos de basura. Llaman la atención una cartera con algún que otro documento, un cambiador de bebé y una chaqueta. Bastida lleva años pidiendo ayuda al ayuntamiento para realizar esta labor. En la etapa socialista, el consistorio cubrió todos los gastos durante dos años. Ayudaba el hecho de que el entonces concejal de Sant Martí, Francesc Narváez, hubiera sido antes agente de la Urbana. Llegó CiU y la colaboración se acabó. Con Barcelona en Comú, aunque el distrito de Sant Martí ha mostrado interés, de momento, ni un duro.

La limpieza seguirá este viernes, sábado y domingo en varios espigones del litoral (Bac de Roda, Selva de Mar y Llevant). En junio y en septiembre está prevista el rastreo submarino. Y así cada año, aunque tenga que salir de la buena fe de los voluntarios y de las escuelas.