HISTORIA DE SUPERACIÓN EN EL CENTRO DE ACOGIDA DE ANIMALES

Las vidas de Brownie

HELENA LÓPEZ / Barcelona

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Brownie es un nombre a retener. No sería raro que tarde o temprano las aventuras de este perro simpático y cariñoso se situaran al lado, si no encima, de las de canes ilustres como Layka, Rin Tin Tin, Pluto, Lassie, Milú o incluso Snoopy. Aunque la historia de Brownie no tiene nada de ficción, la supera. El probablemente perro más querido de la perrera municipal de Barcelona volará la madrugada del lunes hacia Gales a conocer a su nueva familia dejando una mezcla de sensaciones entre los trabajadores del centro. Por un lado, inmensamente felices de que el animal, parapléjico, haya encontrado un adoptante, pero por el otro, con la lógica tristeza de las despedidas.

Llegó al Centre d'Acollida d'Animals de Companyia de Barcelona (CAACB) el 21 de marzo del 2012 siendo un cachorro. La Guardia Urbana lo encontró en la orilla del río Besòs, donde llevaba dos semanas inmóvil, tras ser atropellado en la Ronda Litoral, muy probablemente después de ser abandonado. «Llegó muy apurado. Desnutrido y con heridas, además de la evidente lesión en la columna», recuerda Sandra Panadero, veterinaria del centro. «Luchamos por Brownie porque estaba claro que quería vivir», añade la doctora, quien viajará el domingo para entregar el can a su nueva propietaria, una mujer del Reino Unido que conoció al animal gracias al gran esfuerzo de los voluntarios de la perrera para mover por las redes sociales la adopción.

La historia de Brownie es la historia de un superviviente y de unos profesionales comprometidos. Después de unos días en los que lo alimentaron y cuidaron, el equipo médico del centro decidió operarlo para intentar fijar las vértebras rotas. Pese a que la operación no salió del todo lo bien el cachorro, que ya tiene dos años y medio, logró recuperar la sensibilidad y mover la cola.

El Ferrari

Una vez recuperó las fuerzas, los voluntarios del centro se pusieron a trabajar en cómo mejorar su vida. Querían sacarlo a pasear, como intentan hacer a diario con los otros 179 perros del centro, así que, como suele hacerse en estos casos, empezaron a buscar por internet la manera de hacerlo. «Primero lo intentamos con un carrito casero. Uno de los voluntarios trajo las ruedas de su carro de la compra e intentamos montar un mecanismo, pero no salió del todo bien», cuenta Panadero. No se rindieron. Buscaron un plan B: una recolecta para comprar un carro. Entre los voluntarios, no les costó reunir los más de 600 euros que cuesta el aparato, una especie de silla de ruedas para perros, que los voluntarios llaman cariñosamente el Ferrari, por la velocidad que el animal coge cuando le atan las ruedas a las patas traseras. «También compramos unos zapatos para que no se haga daño al arrastrar las patas traseras», apunta Carles Gomà, educador canino del espacio.

Todo el mundo en la perrera conoce a Brownie. Pese a las penurias que ha pasado, es un perro con suerte. Dada su discapacidad, durante los dos años que ha vivido en el CCAB lo ha hecho en una habitación del edificio de oficinas, no en una jaula. «Siempre anda por aquí y por su buen carácter todo el mundo le dice cosas», señala Gomà. Tan querido es el animal que para el domingo le han preparado una fiesta de despedida. «Se hace querer. Le vamos a echar mucho de menos", dice Panadero.

Anna Ortonoves, jefa de Bienestar Animal del Ayuntamiento de Barcelona, destaca que el milagro de Brownie es fruto del esfuerzo de los voluntarios por mover las adopciones «también a nivel internacional». «El domingo haremos una chocolatada por él, pero aquí cada vez que se cierra una adopción es una fiesta», subraya Ortonoves, quien tiene el móvil lleno de fotos de animales que han pasado por el lugar.