Las nuevas vidrieras aportan más misticismo a la Sagrada Família

CRISTINA SAVALL / Barcelona

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Los miles de turistas que estos días contemplan el interior de la Sagrada Família con la cabeza alzada enfocando sus cámaras hacia las columnas ramificadas, hacia las bóvedas con hiperboloides floridas con cerámica y mosaicos de 'trencadís' que parecen hojas de palmera y hacia los arcos parabólicos y catenarios se sorprenden al descubrir en las alturas una grúa de brazo articulado desde la que dos operarios instalan los abstractos vitrales verdosos y azulados de la fachada del Naixement que, al estar orientada hacia el este, se alumbra con la luz de la mañana.

El arduo y largo proceso de creación y de instalación de las nuevas vidrieras comenzó en 1999 y no finalizará antes del 2016. Ideadas por el artista Joan Vila-Grau con la ayuda de su hijo el pintor Antoni Vila Delclòs, se inició el trabajo en 1999 siguiendo las escuetas, pero significativas, indicaciones de Antoni Gaudí. "No quería esmaltes que oscurecieran el color. Dejó claro que la Sagrada Família sería el templo de la luz armoniosa y que el sol sería el mejor pintor", recuerda Vila-Grau, que tiene su estudio en la calle de Ganduxer. Con estas prescripciones, el artista compuso "una gran sinfonía de color y de luz" que cambia su tonalidad según la hora del día y concede más misticismo al templo.

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