a pie de calle

Las bombas que abrieron plazas

La plaza de la Verònica, la calle de Avinyó, y el viejo Casino Mercantil, ayer.

La plaza de la Verònica, la calle de Avinyó, y el viejo Casino Mercantil, ayer.

EDWIN Winkels

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Parte de las plazas en el casco antiguo de Barcelona se abrieron a base de bombas. Un día como ayer, el 3 de diciembre de 1842, el general Joaquín Baldomero Fernández-Espartero Álvarez de Toro, el duque de Victoria, ordenó al capitán generalJuan van Halen bombardear la ciudad desde el castillo de Montjuïc para acabar con la sublevación popular contra su política económica. Aunque no consta en los libros, seguramente la coqueta y poca conocida plaza de la Verònica fue uno de esos huecos que dejaron los más de 1.000 proyectiles, que destruyeron o dañaron más de 400 casas, en lugar de algunas de las cuales se abrieron forzosamente esas pequeñas plazas.

Que cayeron bombas aquí, en el cruce de las calles de Avinyó y Cervantes, es seguro. Lo cuenta el detalladísimo manuscrito histórico deManuel Crespi, unDiario de memorias de Barcelonaque relata los días previos y posteriores al bombardeo deEspartero, además de las propias 10 horas angustiosas de aquel 3 de diciembre. Son muy conocidos los destrozos en el ayuntamiento, en hospitales e iglesias, peroCrespidetallaba aún más el impacto de casi cada proyectil (380 bombas de 14 pulgadas y 304 de 12 pulgadas, entre otras), en las calles de Nou de Sant Francesc, Arcs, Sant Pau y Aray, por ejemplo, «...y algunas más no quedaron sino con sus desnudos cimientos, dos casas sitas en la plaza de Verònica fueron presas de las llamas».

Una plaza que no existía aún en aquel momento. Verònica se llamaba también la conocida pizzeria, con entrada principal por la plaza de George Orwell y la trasera aquí, por la calle de Avinyó, en un edificio que ahora está vacío y a punto de reformarse. Las pizzas de Verònica, mientras, se fueron a la Rambla del Raval, un gran espacio abierto no a base de bombardeos, sino con técnicas más modernas de demolición.

Desde 1883 domina la plazoleta el maltratado Casino Mercantil, obra deTiberi Sabater, y conocido popularmente como El Bolsín. En la fachada está escrita que fue la Escuela de Artes Aaplicadas y Oficios Artísticos, pero cerró a finales del 2009 cuando se derrumbó un techo, Ahora, desde hace tiempo hay una valla para evitar que los noctámbulos orinen contra la monumental fachada. En la enorme puerta hay manchas que no está muy claro si son los excrementos de palomas o restos de pintura amarillenta. Delante, una terraza del bar Nemrut donde, en esta época, nunca llega el sol.

Infelices entre escombros

3 En su escrito,Crespi relata también la caída de otra bomba no muy lejos, al otro lado de la Rambla, en la calle de Lancaster, «cayendo en medio de la calle un edificio acabado de construir envolviendo en sus escombros a 10 infelices que se habían acogido en el más hediondo rincón de la misma». Y también ahí, en el cruce con Arc del Teatre, hay una pequeña plaza abierta, sin nombre, con una palmera y siete contenedores de basura. Mucho no ha cambiado, porque el hedor sigue siendo terrible en una de las calles más feas y tristes de toda Barcelona, de esas travesías donde no quieres que te encuentren ni muerto y donde incluso a la luz del día no es agradable pasar.

A media tarde del sábado, solamente hay un negocio abierto, un videoclub paquistaní. El resto de persianas están cerradas, también la de una vieja casa de comidas, La Coctelera, en cuya fachada hay algunos agujeros. ¿Huellas de las bombas de Espartero? Simplemente el paso del tiempo, supongo.