14ª EDICIÓN DE UN ENCUENTRO ANUAL

La Farga se hace mayor

Acicalándose las uñas 8 Alumnas de la escuela Cazcarra, ayer, hacen la manicura a visitantes de la feria.

Acicalándose las uñas 8 Alumnas de la escuela Cazcarra, ayer, hacen la manicura a visitantes de la feria.

ROSA MARI SANZ
L'HOSPITALET

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Hace 14 años en el muelle de la Barceloneta se abría una modesta feria para personas mayores que acabó convirtiéndose en una cita ineludible decasals, jubilados a título individual y entidades y empresas vinculadas a este colectivo, una exposición que llegó a reunir en sus últimas ediciones a más de 200.000 personas. Pero carecía de comodidades, era al aire libre y no tenía servicios adecuados, con el añadido de que el espacio se había hecho pequeño al ganar expectación. Por ello, coincidiendo con su décima edición se decidió el traslado a la Farga de L'Hospitalet. El jueves, por quinta y consecutiva vez, volvió a abrir allí sus puertas Fira Gran, un salón que pese a no lograr ya aquellas cifras récord se mantiene en la agenda de unos 120.000 jubilados. O al menos es lo que esperan los organizadores.

También lo desean las empresas que se han sumado a esta feria de entrada gratuita que permanecerá abierta hasta el domingo con más de 400 actividades. Aunque saben que son momentos complicados para el negocio, y más, si va dirigido a uno de los colectivos en los que la realidad económica está haciendo más mella. Lo comprueba en su trabajo Jordi Ginesta, comercial de la agencia de viajes Aige, especializada en excursiones para mayores, que ayer esperaba desde uno de los 78 expositores del recinto atender a unos visitantes que parecían más interesados en propuestas de ocioin situy en hacer cola ante actividades gratuitas.«Algunos clientes han dejado de venir porque tienen que ayudar a sus familias[léase hijos en paro]. A esto se suma que otras agencias que no tocaban el tipo de viajes que hacemos han ampliado su oferta para ganar mercado y se ha establecido más competencia», explicaba Ginesta. A pocos metros de su estand, las mujeres, habitualmente más inquietas y participativas que los hombres en estos menesteres, se repartían entre hacer cola para una puesta a punto gratuita de su esmalte de uñas (a cargo de la escuela de imagen Cazcarra), comprobar su visión, la tensión arterial o ver qué tal andan de oído.

En esta última cola estaban Eugenio Urreta y Ana Muñoz, un matrimonio de Lliçà de Munt (Vallès Oriental) que no suele perderse esta cita.«Cuando la hacían en el puerto ya íbamos. Venimos a pasar el rato y aprovecharemos las pruebas gratuitas», explicaba ella con la expectativa de comer un bocadillo en el recinto y marchar a primera hora de la tarde. Este matrimonio no era el perfil mayoritario, ya que ayer se vio más a grupos de personas provenientes de entidades ycasalsde toda Catalunya que a jubilados a título individual.

Cambian las preferencias

El salón, además de la utilidad que cada uno pueda encontrarle, es un buen termómetro para saber qué les gusta a los mayores. Porque si hace más de una década en la Barceloneta la oferta lúdica se limitaba prácticamente a partidas de dominó, ajedrez y corales, ahora prima (con permiso de las corales, que siguen siendo uno de los reclamos del recinto) un ocio más movido o creativo. Prueba de ello es la buena acogida que tienen actividades como la tradicional caminata de una hora que se celebró ayer por la mañana por los parques de Can Serra y Can Boixeres, los talleres depatchwochy risoterapia y las sesiones de taichí y gimnasia.

A una de estas últimas acudían ayer derechitas tres amigas: María, Mercedes y Argimira, que han hecho amistad desde que van a clases de gimnasia en elcasal del barrio de La Florida.«Nos va muy bien para los huesos», decía la primera.«Más que las telenovelas», añadía la segunda.«Aunque ahora volveremos al sofá», remataba Argimira. Los recortes, contaron, han llegado a esta actividad y a finales de este mes cerrarán el curso. El buen humor no se lo han podido quitar.