YACIMIENTO DEL SIGLO XIX

Los restos del Raval

Excavacion arqueológica en la facultad de Historia de la UB (Raval) en la que participan estudiantes del grado.

Excavacion arqueológica en la facultad de Historia de la UB (Raval) en la que participan estudiantes del grado. / periodico

Beatriz Pérez / Barcelona

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Cada verano, desde el 2014, estudiantes del grado de Arqueología de la Universitat de Barcelona (UB) son los protagonistas de la excavación del yacimiento arqueológico ubicado en un solar dentro de la Facultad de Geografía e Historia (Montalegre, 6), en pleno Raval. Aunque en él solo participan estudiantes, permace abierto a la ciudadanía.

Desde el 26 de junio y hasta este viernes, los jóvenes han estado investigando los restos del taller de Antoni Tarrés, un importante ceramista barcelonés del siglo XIX cuyas obras aún decoran fachadas de diferentes edificios de Ciutat Vella.

En esta campaña de excavaciones han participado 16 estudiantes universitarios y ocho de secundaria y bachillerato. Estos últimos pudieron hacer estancias en el yacimiento y conocer de cerca la investigación arqueológica. 

HALLAZGOS

"En el 2015 encontramos un molino. Este año, encontramos el pilar del molino. También hemos excavado una piscina, en la que se mezclaban el agua con la arcilla para formar el barro. En el molino se trituraban las arcillas", explica Jacinto Sánchez, director de la excavación, que también señala que aún les queda por descubrir la función de un edificio en forma de ele, del cual ya solo perduran los restos.

Sánchez destaca que el "ritmo" de la excavación arqueológica de este yacimiento está hecho "a medida" de los estudiantes. Agustina Damini es una de ellas. Tiene 23 años y está acabando el tercero de Arqueología. 

"Estoy haciendo las prácticas de la carrera en este yacimiento de la época contemporánea. Llama la atención porque lo tenemos aquí al lado y, al estar en Barcelona, es muy accesible. Está mucho mejor conservado de lo que nos decían", cuenta. La joven destaca que los participantes en esta expedición son evaluados "como arqueólogos y no como estudiantes".

"Por ejemplo, no nos dejan sentarnos. Trabajamos con Jacinto, que es un arqueólogo profesional, no un profesor. Nos enseña a actuar como en una empresa arqueológica", asevera Damini.

Ruth Vázquez, de 16 años, es una de las estudiantes de ESO que han participado este año en el proyecto. "Me apunté en este curso de la UB por curiosidad", explica. Aunque le gusta la actividad, tiene claro que estudiará Biología. "Aun así, quería conocer este ámbito", apostilla. Su función en la excavación ha sido tomar las dimensiones de cada estructura, medir cotas y documentar las piezas encontradas.

"CAMPO DE PRÁCTICAS"

"Este yacimiento es un campo de prácticas arqueológicas para estudiantes", dice por su parte Josep Maria Gurt, catedrático y profesor del grado de Arqueología de la UB. "Lo que hay en ese solar es una secuencia arqueológica de actividad humana del siglo XIV al XX. Nosotros estamos al final de esa actividad, en el XX", añade.

Gurt, quien asegura que no hay una previsión sobre cuándo acabará la excavación, destaca las buenas condiciones del taller de Tarrés, pese a lo que se esperaban en un inicio. "El valor de este yacimiento es que no hay en Barcelona ningún otro taller de ceramistas que esté en tan buenas condiciones. Tarrés fue un ceramista muy conocido. Estamos descubriendo el lugar en el que trabajaba y cómo trabajaba", asevera.

EMPLAZAMIENTO

La Facultat de Geografía e Historia de la UB está ubicada en un espacio del Raval en el que se han documentado testimonios arqueológicos desde el siglo XIV. La universidad destaca que ello abre la posibilidad de que los estudiantes de Arqueología, de manera excepcional, puedan hacer prácticas en el mismo centro en el que estudian. 

Las actividades de divulgación del yacimiento arqueológico se enmarcan dentro del proyecto ArqueUB. La UB, además, tiene firmado un convenio con el Ayuntamiento de Barcelona, propietario del solar.

El taller de Antoni Tarrés que han descubierto estas excavaciones disponía de tres grandes hornos subterráneos para almacenar leña y diferentes espacios dedicados a la producción cerámica.

El gran talento de este alfarero fue la decoración escultórica en terracota. Su taller fue la primera fábrica en producir estos elementos ornamentales para aplicarlos a la arquitectura de la ciudad. Su hijo heredó el negocio. En 1953 se llevó a cabo la última reforma del edificio de Tarrés, que se mantuvo sin más cambios hasta que fue derruido en el 2005.