Duelo entre vecinos hartos y defensores del negocio turístico
PATRICIA CASTÁN / HELENA LÓPEZ / BARCELONA
El primer reto será conseguir hacerse con una silla, el segundo, con el micrófono. Y no será tarea fácil, porque la esperada audiencia pública sobre turismo abierta a toda la ciudadanía contará hoy con unas 250 plazas de aforo en el auditorio de la biblioteca Jaume Fuster, en Lesseps, mientras que los asistentes serán muchísimos más, vistas las convocatorias que están lanzando tanto vecinos de zonas afectadas por la saturación turística como ciudadanos que hacen negocio gracias al sector. Todos quieren hablar alto y claro ante la concejala de Economia, Sònia Recasens, después de que el alcalde, Xavier Trias, haya reiterado que no asistirá. Así que la audiencia, además de reivindicativa, será un previsible duelo entre los hastiados por el turismo y los que ven en él una oportunidad.
Recasens pidió hace un par de semanas que el espíritu de los asistentes apuntara a la participación proactiva y no a la queja. Y coser las ideas que surjan será complejo, a tenor de las posiciones enfrentadas. Y es que esta cita, al contrario que el debate multisectorial que se celebra en paralelo (ver despiece), es para la ciudadanía. Pero la alineación integra tanto a detractores como defensores del turismo. Los primeros, con fuertes focos como los barrios del centro, se quejan de molestias, de pérdida de identidad, saturación y hasta incivismo, pero aunque aglutinarán sus demandas en el decálogo que presentará la FAVB, también levantarán la voz contra sus problemas locales.
Anoche todavía estaban decidiendo los detalles de las acciones concretas -«somos bastante el ejército de Pancho Villa, ese es nuestro encanto», bromeaba un líder vecinal-. La intención, eso sí, era dirigirse a la audiencia en columnas. Hacer visible la movilización contra el modelo turístico también en la calle, donde muchos tendrán que quedarse por falta de espacio. La cita en Ciutat Vella será a las seis en el metro de Liceu. «Es una manera de mostrar que estamos igual que estábamos; que no hemos mejorado», apunta Lourdes López, de la asociación L'Òstia de la Barceloneta. «Hemos llegado al límite», explica Maria Mas, de la Xarxa Veïnal de Ciutat Vella. Varias fuentes del movimiento vecinal coinciden en que la actitud «inflexible» del gobierno local de no querer cambiar de lugar para dar cabida a un mayor número de vecinos se le tornará en contra. «La imagen de cientos de vecinos en la calle, excluidos de un debate tan importante, también es poderosa», apunta una líder vecinal, que añade que quizá es incluso más efectivo estar fuera que dentro.
Se les sumarán las peticiones del pequeño comercio de barrio, unido en torno a la Fundació Barcelona Comerç, y cuyo presidente, Vicenç Gasca, tiene previsto (si logra plaza) intervenir para «defender un modelo de comercio basado en los barceloneses y no en las necesidades del turista», señala.
SACAR PARTIDO
Desde el otro bando, se pondrá el foco en el impacto económico del turismo, en su vertiente más plural y que llega al ciudadano de a pie. El comercio de los ejes turísticos no acudirá bajo el paraguas de la asociación Barcelona Oberta (partidaria del libre horario comercial en zonas turísticas), pero sí lo harán representantes de sus distintos ejes, como del Born, Cor Eixample, Gran Eixample y Paral·lel. Marga Domingo, presidenta de los comerciantes del Born, señala que intervendrán si es necesario «en favor del turismo, de su importancia en muchas zonas comerciales y para reivindicar una mayor flexibilidad horaria».
Desde otro gran sector beneficiario, el alojamiento, se darán cita no las grandes empresas hoteleras sino muchos barceloneses que en los últimos años han sacado partido del alojamiento en las viviendas locales. Por un lado, con pisos de uso turístico por días. Enrique Alcántara-García, presidente de la patronal Apartur, intentará enfocar «un debate amplio del modelo de turismo, y no centrado en el alojamiento», defendiendo «una buena gestión de los pisos» y el cierre de los que no cumplan. Espera la asistencia de numerosos propietarios y gestores.
La otra versión más doméstica del negocio, vertebrada por Anfitriones de Barcelona, ha convocado a un centenar de sus socios, pero su presidente, Joan Pere Jové, confía en poder explicar públicamente las virtudes de la nueva «economía colaborativa», en auge en todos los países, donde el anfitrión alquila habitaciones por días o su vivienda entera cuando se ausenta, pero siempre en su propia casa y con gran filtraje de huéspedes. «Tenemos socios por toda la ciudad, es una fórmula real de descentralización», defienden.
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