A clase, en ascensor

Marina pudo entrar ayer, por fin, a su clase de primaria. Ella y también el resto de alumnos de primero B del colegio Baldiri Reixach, en el barrio de Llefià de Badalona, que durante los casi siete meses que llevan ya de curso han ocupado un espacio especialmente habilitado para ellos en unos módulos destinados a preescolar y situado al otro lado del patio de la escuela. El problema era que Marina Nistal, que necesita una silla de ruedas para desplazarse, no podía subir las escaleras que conducen al primer piso del colegio, donde se encuentra la clase a la que hasta este año iban los alumnos de su edad. Y el ascensor prometido hace un año por la Conselleria d'Ensenyament y el Ayuntamiento de Badalona no obtuvo hasta ayer todos los permisos.

«El elevador estar, estaba ya colocado desde hace un tiempo. Lo que ha tardado más, por lo visto, es una última autorización municipal. Pero bueno, al menos ya tenemos el ascensor y eso hay que celebrarlo», proclama Aida Cano, la madre de la pequeña estudiante. «Es una victoria pequeña, pero importante», agrega la progenitora. Tan contentos están, después de tres años de reclamaciones, que ayer todos los alumnos de primero («también los de la otra clase», explica la madre) lo celebraron con una merienda en el colegio. «Y el próximo día 24 haremos incluso una especie de inauguración oficial», señala.

«De todos modos, querría precisar que el ascensor no es solo de Marina. Es un ascensor para todo el colegio», interviene el director del centro, donde también estudia una alumna aquejada de una enfermedad en las articulaciones, que en ocasiones le ha impedido subir las escaleras.

COLEGIO COMBATIVO

El ascensor para Marina, se convirtió el año pasado en uno de los caballos de batalla de los combativos padres del Baldiri Reixach, que están adheridos a las diversas plataformas vecinales y educativas que operan en Badalona. Pero quedan aún unas cuantas reivindicaciones. Por ejemplo, la pérdida de clases de P-3 que en los últimos años está sufriendo la barriada.

«El año pasado, nuestra escuela perdió ya una línea y el próximo curso serán otros dos centros cercanos los que lo sufran», indica Cano. Lo peor, añade, «es que da la impresión de que los recortes solo se ceban con las escuelas públicas y no en las concertadas». Y esto ocurre justamente en zonas como Llefià donde muchas familias, buena parte de ellas de origen inmigrante, están pasando por situaciones económicamente muy complicadas.