Canal de la Infanta, un patrimonio en peligro a la espera del indulto

Tramo sin cubrir del canal en Sant Feliu, entre huertos y fábricas, el viernes.

Tramo sin cubrir del canal en Sant Feliu, entre huertos y fábricas, el viernes.

RAMON COMORERA / BARCELONA

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Los caminos del agua han configurado el mundo, también los construidos por los propios hombres. Las ciudades y la actividad humana han crecido a su alrededor. El desconocido y maltratado canal de la Infanta impulsó a partir de su finalización en 1820 el poblamiento y desarrollo de los municipios del Baix Llobregat, de L'Hospitalet y del sur de Barcelona (entonces el pueblo de Sants). Primero al fomentar la actividad agrícola y después, la industrial. Una historia que se devora a sí misma ha escondido o destruido buena parte de esa senda líquida de 17 kilómetros entre Molins de Rei y Montjuïc, aunque se mantiene una huella perceptible de su traza en el urbanismo. Una plataforma de 15 entidades reclama la preservación de los tramos y elementos visibles y supervivientes, así como la museización del resto del recorrido de la acequia que aún hoy lleva el agua captada en el Llobregat hasta pasada la Gran Via, a la finca de Can Trabal de L'Hospitalet.

El canal pasa por seis municipios: Molins de Rei, Sant Feliu de Llobregat, Sant Joan Despí, Cornellà, L'Hospitalet y Barcelona. Entre los dos primeros se sitúa el único tramo descubierto de 1,4 kilómetros y al lado la principal zona agrícola que se nutre de su caudal. Inicialmente se regaban 3.200 hectáreas con los 25 kilómetros de acequias secundarias. Esa superficie se ha reducido a 300. El elemento de mayor interés del recorrido es el edificio neoclásico de la Casa de Comportes, en Molins. Se conservan además varios puentes originales de los caminos que cruzaban el curso de agua, así como alguna compuerta metálica de industrias que usaban el agua.

La plataforma Protegim el Canal de la Infanta ha impulsado desde el 2011 numerosas acciones para conservar y proteger cuanto queda de la obra y también para divulgar su existencia. La última es una exposición con sugerentes fotos históricas instalada ahora en el Museu de L'Hospitalet. El movimiento conservacionista consiguió que, a instancias del Parlament, la Generalitat estudiara la declaración de monumento nacional. Un informe de Patrimoni desestimó esa posibilidad por la desaparición de gran parte del canal pero sí reclamó su protección y señalización con un plan supramunicipal para «transmitir en las mejores condiciones su valor histórico singular».

FALTA DE SENSIBILIDAD

«Es difícil poner de acuerdo a todo el mundo», afirma el presidente de la plataforma Ireneu Castillo, al tiempo que lamenta la falta de sensibilidad política en la zona para preservar y dar valor a una obra a partir de la cual crecieron en los dos últimos siglos tanto el Baix Llobregat como el sur del Barcelonès. «Cada ayuntamiento actúa por su cuenta y de forma dispar. Sería necesaria una planificación de actuaciones urbanísticas y patrimoniales para, primero, mantener lo que queda y, después, poner en valor urbano, histórico e incluso pedagógico el resto», añade.

«Con la documentación existente se podrían realizar acciones baratas en muchos puntos que rescatarían esta memoria histórica al mismo tiempo que se abrirían zonas verdes y otros espacios públicos», asegura Castillo. La entidad ha propuesto que el trazado del canal sea un lazo de unión del territorio con la creación de una especie de vía verde para peatones y ciclistas. «Algunos ayuntamientos han dicho que estudiarán las distintas cuestiones que afectan al canal pero no pasan de ahí y las realidades no llegan», se queja el activista cultural que encabeza el inquieto grupo de entidades.

MOVILIZACIÓN

La intervención de la plataforma en el tramo recién descubierto al urbanizar la futura zona residencial de la Remunta, en la avenida de Tarradellas de L'Hospitalet, ha permitido conservar uno de los puentes del canal y marcar su trazado. El resultado, no obstante, «es pobre y descontextualizado» según las asociaciones, que se han propuesto actuar ante cualquier obra que se haga en el entorno de la vía de agua soterrada para reivindicar su rescate urbano.

El dictamen de Patrimoni constataba que el soterramiento y desaparición de buena parte del canal se produjo por el «menosprecio hacia su importancia histórica» mostrado durante el progresivo uso industrial y residencial del suelo. Para salvar la parte aún sin cubrir se propone otro plan especial, en este caso aprovechando el planeamiento vigente que ya califica la zona como «parque y jardines». Este instrumento se debería sumar al citado plan supramunicipal que además de proteger los elementos supervivientes del canal llenaría su recorrido de paneles y señales informativas.

El canal de la Serenísima Infanta Luisa Carlota de Borbón fue un precursor de las obras hidráulicas en Catalunya y también en España, primero para uso agrícola y después industrial aprovechando los saltos de agua. Su construcción con capital privado fue además algo inédito en 1817. La junta que regula su funcionamiento tiene la sede histórica junto a la Rambla de Barcelona.