Foro Primera Plan@

Bosch: "Si no fuera por el turismo, la crisis habría sido peor"

El alcaldable republicano propone esponjar los alojamientos turísticos y hacerlos llegar a distritos menos céntricos

XABIER BARRENA / BARCELONA

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El candidato de ERC a la alcaldía de BarcelonaAlfred Bosch, ha buscado este martes abrir una tercera vía en cuanto a la posición que debe adoptar el ayuntamiento sobre el turismo. Frente a la pugna entre CiU y Barcelona en Comú, a favor y en contra de la llegada masiva de visitantes, Bosch, en una nueva edición de los desayunos de Primera Plana@ que organiza EL PERIÓDICO y Banc Sabadell ha señalado, por una parte, que "sin el turismo, BCN lo habría pasado peor" en esta crisis que se halla ya en su octavo año de vida, pero, al tiempo ha criticado que sus beneficios "no se haylan sabido repartir" mejor para que llegaran a todos los ciudadanos.

El aún diputado en el Congreso (lo dejará en cuanto se haga con el acta de concejal), haciendo gala de su querencia por la herencia maragallista, ha explicado que los proyectos que funcionan son aquellos que benefician a todas las capas sociales de la ciudad, "como los Juegos Olímpicos". Para ello ha propuesto tres medidas sobre el turismo, cuya aportación al PIB, cercana al 15%, es demasiado importante para ser negligida. Así, el republicano propone una moratoria en la creación de alojamientos turísticos en las áreas con más presión, como son el centro, la Sagrada Família y el Poble Sec. La intención es esponjar este tipo de servicios hosteleros y hacerlos llegar a otros distritos, como Nou Barris. "De Nou Barris al barri Gòtic hay metro directo y se tardan 20 minutos", ha señalado "una distancia temporal perfectamente homologable con lo que uno se encuentra en las grandes capitales".

El segundo punto es la reinversión en los barrios que sufren los estragos de la masificación turística de un 50% de la tasa que se aplica a los visitantes por pernoctación. Ello ayudaría a entender a los vecinos que esta actividad revierte en su beneficio. La tercera medida, ya expuesta pero nunca hasta hoy cuantificada, es la creación del llamado salario de ciudad, independiente del salario mínimo interprofesional. Una figura que existe en otras grandes ciudades, como Nueva York, Los Ángeles, Montevideo y los länder alemanes y que nace de la observación de que el nivel de vida en estos territorios es superior a la media del país. "El nivel de vida en Barcelona es un 26% superior al del resto del Estado. Por tanto, el salario de ciudad de Barcelona debería ser, como mínimo un 26% del que fija el Gobierno".

El otro gran eje en el que se ha movido Bosch es el de la "necesidad" que tiene Barcelona por ser "una capital". Dejando asomar su lado más provocador, el republicano dijo que "Barcelona es una capital de provincias. No es una capital como se entiende en el mundo. No estamos en la primera división". Y lo que le falta es, obviamente, el poder político que le dotaría la independencia de Catalunya. "Si Barcelona no se relaciona directamente con el mundo", sin pasar por Madrid, "y si no tiene un Estado que le sonría, es más, tiene uno que le hace puñeta", en referencia a los gobiernos españoles, "no se podrán encarar los retos de futuro". Bosch puso ejemplos de lo que significaba esa sonrisa estatal. Frente a la falta de líquido para ejecutar la L-9, la unión de las líneas de Ferrocarrils por el centro de Barcelona, opuso el derroche infraestructural, y a veces redundante, que se vive en Madrid. "Ahí no les han hecho una L-9, sino tres. Y eso es porque el estado les sonríe".

Esta vocación de capitalidad, ha desarrollado el republicano, la ha demostrado continuamente Barcelona, mediante la organización de grandes eventos, un modelo que en la década pasada, con el Fòrum, mostró su agotamiento. "Incluso la gente que critica que hablemos de estos temas en unas elecciones municipales, cuando les preguntas si desean que Barcelona sea una capital de verdad, te dicen que sí", ha ejemplificado Bosch.

El sueño de una Barcelona capital es quizá el rasgo que más imita Bosch de Pasqual Maragall, aunque el socialista, hace una par de décadas, apostaba siempre por la cocapitalidad dentro de España. Ese influjo maragalliano estuvo presente, también, en sus primeras palabras, referidas a su flamante número 2, el actor Juanjo PuigcorbéJuanjo Puigcorbé. Recordó su pasado federalista, cercano a Maragall y al PSC y le bautizó como "el Sean Connery" de ERC, dada su doble condición de actor e independentista. "Una persona del SNP (el partido nacionalista escocés, que aboga por la secesión de la Gran Bretaña) me dijo que los catalanes no haríamos nada mientras no tuviéramos un Sean Connery. Pues ya lo tenemos".